domingo, 27 de marzo de 2011

Ahman, la casa verdadera

A dos años de tu vuelo.

Otra vez aquí, mamá, contando los días exactos en que alejaste tu cuerpo de estos espacios terrenales en donde marzo ya no es sol ni araguaneyes, sino lluvia y unos cuantos bucares y acacias en flor.

Sin embargo, también este marzo singular -alimentado de fuertes vientos y lluvias- atiza la nostalgia y ese deseo de volver a verte aquí, junto a nosotros, presintiendo cosechas de mango entre las tupidas ramas de los árboles de tu casa.

Tu casa. Mi vieja… ¡cómo añoraste poder volver a tu casa! No a esa en donde nunca hallaste felicidad y que te envolvió en miles de compromisos enojosos, sino a la casa llena de armonía y encantos que tú soñaste para ti y para tus seres amados. La casa en donde acudirían tus hijos y los hijos de tus hijos, centro de amor y sabiduría materna. La casa llena de plantas de hojas y flores hermosas que tú exhibirías llena de orgullo. La casa.

De camino al cementerio, la voz de tu Ana, tu hermana queridísima, me devuelve tus sueños. Junto a ella viviste los momentos más hermosos de tu vida. Lo sé. Y sé además que me reclamas que la cuide y vea por ella por siempre. Y sabes bien – porque me conoces- que así será. Traigo a Ana junto a mí como tu mejor regalo, hoy a los dos años de tu partida.

Y allí, en aquella tierra feroz que te envuelve, en el seno de aquella geografía mirandina que amenaza calores, te digo: Descansa, madre, en paz. Descansa plácida en una casa infinita llena de todo cuanto reclamaba tu alma campesina. Habita todos los espacios amados, sin límite ni tiempo. Plenamente.

Yo te abro mi ser para que fundas toda tu fuerza en mí. Tu amor. Tus principios. Tu sabiduría ancestral que presentía escollos y abismos… Guía, viejita linda, mis pasos hasta el momento en que pueda llegar hasta ti, también a compartir ese descanso. Y encuentre también como tú, mi casa.

Mientras, el tránsito sigue, el trajín cotidiano dispersa a todos los que conociste en sus propios recorridos mundanos. Armónicos unos, borrascosos otros. En todo caso, necesarios. Tú lo sabes.

A todos sé que los observas. Sé lo que piensas de todos los que acompañamos tu existencia, porque para tus hijas nunca hubo secretos... Menos aún en los momentos finales, en donde los misterios de la muerte se hicieron claros para ti. Entonces ya no deseabas ni añorabas nada. Sólo observabas, cómo lo haces ahora, con infinita sabiduría. Y tus ojos, madre, en esos días previos a la muerte, se bañaban de ternura cuando te reafirmábamos nuestro amor.

Yo sonreía – feliz – cuando oía a Yely decirte: “Jose… ¿usted sabe que la quiero, verdad? Y a ella responderle: -Sí, hija, sí… Sonreía porque yo no me cansaba de decírtelo, no me cansaba de tocar tu piel y mirarla una y mil veces para no olvidarla jamás. Por allí, viejita, desfilamos todos los que no sólo te amábamos sinceramente, sino que fuimos fieles a ti en los momentos más difíciles de tu existencia.

Por eso cuando te sueño, te acercas a mí desde el contacto, desde la piel, desde el roce de las manos y el calor entrañable de tu cuerpo. Vienes envuelta en olores indescriptibles a talcos y perfumes que se aferraron a los tejidos de tu ropa. Vienes desde el silencio, rodeada de sensaciones táctiles y de perfumes.

Eso también vengo hoy a agradecerte: vengo a agradecerte, vieja que no te hayas ido de mi casa. Allí habitas aún, cada vez que quieres, y en mi casa – que tampoco es el pequeño espacio en donde vivo- me hablas desde el sueño para susurrarme mensajes que me devuelven la calma.

A tu casa, mamá, a ese lugar sagrado que no tiene lugar ni tiempo, llegan hoy astromelias, calas, rosas y claveles… Y seguirán llegando, mientras haya seres que te recordemos y una memoria genética que nombre eternamente el amor de madre y amiga que tú supiste prodigar a mares.

Hasta siempre, viejita linda… Hasta siempre.

Marzo, 2011

PD. Cesó la lluvia, vieja… Tiempo de siembra, de afanoso cultivo. Vendrán otros meses en presurosa carrera, y volverá a renacer otro mes de marzo. Y tú volverás a dibujar tu silueta en cualquier pocito de agua del camino. Siempre fuiste así: firme, constante… eterna.

sábado, 12 de marzo de 2011

La lucha de la diversidad sexual y el camino de la Revolución

Intitulo este escrito con una idea que arranqué de un escrito de Gervasio Artigas, y que por su enorme poder simbólico –también ha sido utilizado en los dogmas religiosos la imagen del camino hacia un ideal- ofrece una maravillosa ocasión para el debate de ideas, el cual sólo ha sido posible en estos actuales procesos de cambios, y bajo el liderazgo crítico – sin que por ello también se encuentre plagado de prejuicios, como el de la mayoría de los mortales- del Presidente Chávez.

Lo cierto es que la reciente cobertura mediática que se realizó a una lucha de vieja data de los grupos organizados en la RED LGBTI, ha venido a interrogarnos colectivamente en torno a nuestras prácticas socio-culturales, y a revisar el conjunto de creencias y representaciones sociales que nos fueron “inoculadas” por la familia y las instituciones al servicio de determinada ideología.

Necesario es decir que la cobertura realizada por el camarada Mario Silva fue – a todas luces- inadecuada. Y tendríamos que dedicar un tiempo y un espacio para discutir también la pertinencia de este programa, que si bien significó un poderoso alfil en el tablero histórico de la Venezuela de la primera década del siglo XXI, ahora pareciera haber caído en un desgaste francamente insoportable, en la medida en que funciona -en no pocas oportunidades- como un mecanismo para crear discordia innecesaria y contraproducente entre nosotros. De ello fue fiel ejemplo la compañera Lina Ron, a quien la gran mayoría de los medios afectos al proceso, y sus otrora “camaradas” (muchos tuvieron el “descaro” de escribir en Aporrea cómo fue que Lina trató de contactarlos en estos últimos meses, y ellos le escurrieron el bulto), la “invisibilizaron” por una absurda polémica a la que el camarada Silva dedicó un significativo espacio de sus programas.

En forma inmediata al “comentario” formulado por Silva en su programa del 09/03/2011, leí en Aporrea - ¡Gracias a Dios existe Aporrea!- un escrito de la compañera María Gabriela Blanco, quien no sólo demostró (prueba en mano) a través de unos videos, que este camarada Mario Silva mentía descaradamente mostrando de manera tergiversada unos sucesos, sino además que la sola inclusión de estas referencias en su programa, constituía el ventajismo típico de los medios de comunicación en manos ahora de “nuevos grupos de poder”.

Indudablemente, camarada Gervasio, ese sí que no es el camino de la Revolución. No podemos sofocar una polémica esgrimiendo nuestros miedos ancestrales. No podemos actuar arteramente ante grupos organizados, aunque tengamos diferencias con sus puntos de vista. Eso no es ningún camino, camarada, esa es la típica celada del pensamiento “cuartorrepublicano”, y contra él debemos reaccionar desde lo más profundo de nuestro ser socialista.

Quizás sea difícil hoy conceptualizar eso de “ser socialista”, en la medida en que forma parte de un proceso inédito que intentamos o soñamos construir, pero lo que sí queda absolutamente claro es lo que no es “ser socialista”. Y manipular arteramente una información para sacar ventajas en quien creemos nuestro oponente, definitivamente no lo es.

Particularmente me declaro en las mismas condiciones del camarada Héctor Colina: Reconozco en mí una formación machista, pero estoy dispuesta a aprender. Más aún cuando pude advertir –contrariamente a los esquemas que nos hacemos sobre estos grupos- la organización seria y responsable de un significativo número de ciudadanos, quienes por el solo hecho de luchar contra una injusticia, merecen todo mi respeto. Así que allí estaré en La Estancia, el día 14 de marzo a las cinco post meridiem, siendo partícipe del logro de dos principales objetivos: el reconocimiento del otro, el reconocimiento de la diferencia y la exigencia de los colectivos de discutir “normas” diseñadas por élites institucionalizadas.

Elogio además la acertada inclusión que el compañero Colina hace de las recientes declaraciones de Fidel Castro en torno al tema de la discriminación, y suscribo sus respetuosas y sugerentes preguntas: “…será que tenemos suficiente cultura para entender este tema?¿Será que existe discriminación? ¿Será que asumiremos nuestras responsabilidades históricas en la materia?”

El camino es largo y necesitamos –como dice, y no se cansa de decir, el Maestro Luis Eduardo Leal- paciencia, constancia y permanente reflexión de nuestras prácticas. Sobre todo de aquellas que hemos creído “normales”, “cotidianas”… y que la fuerza de la realidad nos hace ver que no nos han servido para vivir en armonía.

Vamos pues a escucharnos y a aprender los unos de los otros. Siempre saldrá ganando ese ideal de bienestar colectivo que llamamos socialismo, y esa sed de justicia que llamamos revolución.