Hace escasas semanas el Presidente Chávez – en su real-maravilloso estado de ingenuidad- nos pidió que lo “pecheriáramos” (sujetáramos fuertemente por la pechera en señal de reclamo), y agradeció la oportunidad que habían generado las lluvias, con sus miles de damnificados, como una ocasión afortunada para la resolución de las urgencias del pueblo.
Bonito discurso el de nuestro principal líder político. Lo cierto es que la oportunidad que tenemos los ciudadanos promedio de “pecheriar” al Presidente, tal y como supuestamente lo hizo la encargada de la cocina en Miraflores, es prácticamente nula.
¿Cómo manifestarle al Presidente nuestra indignación y rechazo absoluto ante la súbita deportación del camarada Joaquín Pérez Becerra? ¿Cómo solicitarle una explicación ante una medida de tal naturaleza? ¿Cómo levantar nuestra voz de indignación ante el silencio que las instituciones del Estado han guardado por este hecho? ¿Cómo rechazar el trato irrespetuoso que el Presidente demuestra hacia el Partido Comunista de Venezuela y sus principales líderes, cuando no somete a consulta una acción de tanta envergadura y trascendencia? ¿De qué alianza patriótica estaríamos hablando? ¿De esa que se urde como maquinaria electorera, esa misma que se denuncia en las cinco Líneas Políticas que se nos dieron para la discusión?
Ciertamente que no es ese el giro que los militantes de izquierda escogimos seguir y respaldar. No son esos los mecanismos ni las estrategias de lucha revolucionaria y antimperialista. Y lo más grave es que este hecho no es aislado, este nuevo evento forma parte de un conjunto de acciones equivocadas que en esta materia viene realizando el Gobierno venezolano, las cuales se expresaron por ejemplo en la deportación de los camaradas vascos, la debilidad frente al secuestro en nuestro propio territorio de Granda, y hasta las falacias jurídicas urdidas contra nuestros propios líderes indígenas en lucha contra militares y ganaderos terrófagos.
Hasta ahora he tragado entero y digerido con paciencia estos sucesos pensando que la revolución reclama tiempo y madurez política. Asimismo he soportado personalmente el sostenido maltrato que los pseudo dirigentes regionales del PSUV y los funcionarios públicos supuestamente “chavistas” me han propinado en los distintos escenarios en donde he intentado impulsar acciones de lucha revolucionaria: en el plano laboral al frente de mi labor como educadora, en la organización comunitaria y en la militancia misma del PSUV.
La conclusión que tengo en torno a la participación, es que somos invisibles para el partido, y nos hacemos visibles sólo para engrosar una marcha o abarrotar los centros electorales. Y para los funcionarios públicos, somos poco menos que marionetas que ellos pretenden mover a su antojo, so pena de endilgarte el calificativo de “saltalanquera” o “contrarrevolucionario” si osas discutir la legalidad o sentido de justicia de sus procederes.
Mis derechos laborales en la Zona Educativa de Miranda, por ejemplo, han sido vulnerados por un Jefe de Personal sin formación política ni humana, que ha convertido la Torre Británica que le sirve de sede en Altamira a esta dependencia del Ministerio del Poder Popular para la Educación, en lo que la gran mayoría de los educadores nombramos como la Torre Satánica, en virtud de los abusos y humillaciones constantes a las que somos sometidos.
Pero frente a todo esto me consolaba diciendo que teníamos un gobierno digno en cuanto a postura internacional antiimperialista, un gobierno incapaz de establecer alianzas por encima de la dignidad de los seres humanos, y por encima del sentido revolucionario de cualquier ciudadano.
Alguien decía irónicamente -vía twitter- que si el Che viviera en estos tiempos, y se le ocurriera venir a Venezuela, el gobierno “bolivariano” de seguro lo entregaría al imperio por terrorista. Resulta doloroso oír eso, pero los hechos de hoy, no contradicen esa afirmación.
Sinceramente me avergüenzo de pertenecer a un partido que no levanta la voz para diferir del Presidente y exigirle una explicación clara y pública de estos hechos. Todavía espero escuchar un pronunciamiento. De lo contrario, solicitaré me informen el modo de salir de sus filas, como una manifestación de protesta ante su falta de autonomía y su falta de capacidad crítica. Tal y como dijo el mismo Presidente, lo parafraseo: “Con un partido así, yo no voy para ninguna parte”. Mucho menos Venezuela.