miércoles, 18 de septiembre de 2013

El «tenemos patria» o el afán de construir la realidad con palabras


Por Gladys Emilia Guevara

He visto rodar por las redes un seudo argumento en contra del uso sarcástico en que ha venido empleándose –incluso dentro de los colectivos sociales chavistas− la sentencia "Tenemos patria", que el recién fallecido Presidente Chávez pronunciara en un discurso cargado de emotividad en ocasión de despedirse del pueblo venezolano, horas antes de regresar a Cuba para cumplir su destino fatal y desaparecer físicamente del contexto histórico contemporáneo venezolano.

El escrito de marras dice así: «Antes de burlarte de la frase de "tenemos patria" de forma despectiva hacia tu propio país recuerda que tus hijos te están viendo y escuchando, y ellos aprenderán de ti a odiar a su propio país, enséñales a construir con tu ejemplo, no a destruir con tu lengua» (sic)

El escrito contiene inadecuaciones gramaticales y varias falacias, pero voy a señalar los tres seudo argumentos más destacados:

 1. Cuando te burlas de la frase: «Tenemos patria», agredes a tu país.  El sarcasmo implícito en quienes enuncian la frase ante cualquier adversidad de índole político, social, pero sobre todo, económico, se burlan −no del país o del concepto de nación o de patria, que al parecer es lo mismo para quien inventó la desafortunada reflexión− sino de quienes mantienen esperanzas en el proceso político adelantado por el gobierno chavista. (Llama poderosamente la atención oírla pronunciar a los mismos chavistas, en fiel reflejo de una característica muy venezolana: burlarse de sus propias desgracias). 

2. No te burles de tu país, porque tus hijos te están viendo. Se infiere que el término "patria" para el sesudo inventor del enunciado, es equivalente a país. Esta nueva falacia deriva de la suposición de que la anterior es cierta, y adiciona un aspecto educativo suponiendo la veracidad del enunciado. Ese aspecto tiene que ver el carácter reforzador del lenguaje. Y en ese sentido, es necesario entender que la formación ética de los seres humanos no depende esencialmente de elementos tan eventuales como las expresiones lingüísticas, sino de las acciones cotidianas que se ejecutan en su contexto social y que sin duda alguna se refuerzan, entre otros instrumentos, a través del lenguaje. Afirmar que el lenguaje por sí mismo perpetúa condiciones de desprecio nacional, exclusión o injusticia, es tan pretendidamente absurdo como el que creamos que la violencia la genera la televisión. El lenguaje, la familia, la escuela o la televisión… no son más que reforzadores de un sistema político, social y económico que nos impulsa a pensar y a actuar de determinada manera. No son la causa del problema sino su consecuencia.

3. Patria es equivalente a país.  Afirmar que el concepto de "patria" que tenía el Presidente Chávez, era equivalente al concepto de país, es incurrir en un desconocimiento total  de uno de los principios éticos con los que actuó este líder histórico del pueblo venezolano, y que tiene que ver con aquella hermosa canción que él cantaba para ilustrarnos a todos sobre el concepto de patria: la canción de Alí Primera: ¡La patria es el hombre! (que por cierto ahora tendría miles de detractores de acuerdo a la lógica con que algunas feministas enfrentan hoy en día el problema de discriminación y exclusión de la mujer).

Y, ciertamente,  en forma magistral nos lo dijo Fidel Castro un 3 de febrero de 1999 en el Aula Magna de la UCV, destrozando de plano el sentido restringidamente nacionalista que adquiere este término en las representaciones sociales de los pueblos y de la mayoría de sus líderes políticos:

"… sabemos muy bien que hoy ningún país solo puede, por sí mismo, resolver sus problemas, es la realidad de este mundo globalizado. Aquí se puede decir: Nos salvamos todos o nos hundimos todos.

Martí dijo: "Patria es humanidad", una de las más extraordinarias frases que pronunció. Nosotros tenemos que pensar así, ¡patria es humanidad!".

También el Presidente Chávez entendía así el concepto de patria. Concepto que muchos −más acertadamente− han tratado de transformar por Matria, el cual resulta más integrador y certero. No obstante, en aquel momento final, en donde se dirige al pueblo, este Líder extraordinario nos habla desde la subjetividad de las despedidas, desde el dolor de quien intenta decirnos que hizo todo lo posible por construir humanidad, por sembrar en todos nosotros ese sentimiento de fraternidad y avance en colectivo. No lo logró del todo, es cierto, pero ¡vaya que lo intentó, y en ello ofrendó hasta su propia vida!

Es cierto. No, no tenemos patria, ni mucho menos matria… Tenemos un país con una economía rentista que no escapa a los males del capitalismo globalizado, y que para colmo de males posee una dirigencia que ha demostrado una y otra vez su incapacidad y falta de voluntad para enrumbar a la nación hacia una economía verdaderamente socialista.

La primera vez que oí emplear la frase presidencial en forma sarcástica, no niego que sentí dolor. Una bofetada a nuestras esperanzas, sí, pero una bofetada oportuna, de esas que despiertan pueblos y le permiten avanzar. Yo podría contestar, ya respuesta del dolor inicial que me produjo ese sarcasmo −que de algún modo sólo ofende la sensibilidad de quienes soñamos con transformaciones sociales y aprendimos a amar a ese ser humano grandioso que fue el Presidente Chávez, que creyó sinceramente en el concepto de patria y luchó por hacerlo real− que tener Matria es y será siempre para todos una utopía, y que nuestras efímeras vidas nunca abarcarán lo suficiente como para aprehender el tiempo histórico de una humanidad en permanente transformación, una humanidad que encontrará en lo mejor de ella, que es su lucha permanente, nuevas formas de relaciones que permitan la existencia y cabal evolución del género humano en perfecta armonía con la naturaleza.


miércoles, 12 de junio de 2013

La ilusión de las palabras o cómo modelar sujetos "sujetados"


"No soy un Libertador. Los Libertadores no existen. Son los pueblos quienes se liberan a sí mismos"
Ernesto Che Guevara

Mucho se ha escrito, aunque paradójicamente poco se conozca y se promueva discusión, sobre los estragos  inmensurables que ejerce el discurso asumido desde el poder autoridad, desde el poder jerárquico que subrepticiamente pretende crear la realidad que nombra. Y aunque este fenómeno social forma parte de nuestra vida cotidiana, de nuestra vida familiar y relaciones interpersonales, de la cultura mediática impuesta por el desarrollo tecnológico; la escuela siempre ha revelado su pervertida afición a ignorar todo lo trascendente y a lanzarnos maquiavélicamente en el torrente "noticioso" de una realidad –mágica y fantasmal− que termina imponiéndose por sobre el proceso natural del pensamiento crítico del ser humano.

De allí que nuestra cognición, presa en las representaciones culturales de nuestros grupos familiares y comunitarios, sea reforzada y modelada por unos medios de comunicación social altamente tecnificados que nos imponen fórmulas básicas de pensamiento y llegan a impedir con la naturalización de ciertas palabras, frases esquemáticas, formas falsas de argumentación y determinadas perspectivas de pensamiento, el libre uso de la imaginación y la reflexión racional.

Lamentablemente y para nuestro pesar, el discurso político instaurado en la llamada V República adolece del mismo mal que señalábamos en nuestros contrarios: los líderes del proceso bolivariano de principios del siglo XXI –abanderados fundamentalmente por el discurso del fallecido Comandante Chávez, y entrampados también en los atajos electoreros y proselitistas que suele tomar el poder ejercido desde la autoridad− han venido promoviendo en la población venezolana la ilusión de autonomía, el espejismo de ser dueños de nuestros pensamientos y decisiones; al mismo tiempo que contradictoriamente nos alimentan la necesidad apremiante de contar con "expertos", "especialistas del discurso", "intelectuales de izquierda" o "verdaderos y probados revolucionarios" que nos "ayudan" a abordar la "realidad" de forma "correcta".

Y abordar la realidad de forma "correcta" termina convirtiéndose en la adopción de una terminología, en el uso de una fraseología característica a la cual nos adherimos pasivamente para sentirnos tranquilos, y que en caso contrario nos transforma en culpables, traidores a un líder o a un supuesto proceso revolucionario que siempre se encuentra asediado cual fortaleza, y en consecuencia, no admite el disenso ni la crítica, so peligro de poner en riesgo los logros alcanzados.

Según esa lógica del poder –que en nada difiere con la desarrollada por el pensamiento derechista− el pueblo necesita "formación" para adquirir una fulana "conciencia" conveniente a los intereses del grupo  que ejerce en este caso el dominio político y económico. Y por supuesto, este ciudadano ideal y "consciente" debe ir a las urnas  a votar por el candidato pretendidamente "antiimperialista", quien le garantizará "la mayor suma de felicidad posible" y que impedirá que "Los Otros" vuelvan al poder para ejercerlo desde su personal usufructo. No importa que la realidad inmediata nos diga también que en el 2012 nuestros funcionarios "rojo rojitos", atornillados en sus cargos por "la fuerza avasalladora de una segunda y definitiva independencia", convertidos de pronto en "víctimas" de "poderes oscuros" que atentan contra la "revolución", (empresas de maletín que no tienen nombre, y en consecuencia, tampoco sanción) nos conculcaran la módica suma de veinte mil millones de dólares destinados a actividades no asociadas a la producción. Pequeño error que por supuesto no se va a volver a repetir, comprometidos − ¡ahora sí!− con la pretendida búsqueda de emancipación económica que durante catorce años se nos dijo discursivamente que estaba en marcha.

Las fórmulas discursivas generadas por el chavismo duermen la imaginación y la reflexión, hablan por nosotros y nos desmovilizan. La culpa siempre debemos encontrarla en "El Otro".  Los "errores" del chavismo también vienen "preñados de buenas intenciones" como los de la derecha venezolana. Y ante cualquier circunstancia "sobrevenida" en la cual peligre  "el proceso" (es decir, las instituciones en las cuales debemos confiar automática y pasivamente)  siempre estamos "rodilla en tierra con el Comandante". Pero que del puro cansancio  y el desgaste ético, no sólo reclinamos una rodilla, sino que postramos las dos en tierra y ahora quedamos a merced de las dádivas institucionales. Sin poder alguno para ejercer la crítica, y con casi total desmovilización por parte de los colectivos sociales.

La figura histórica de aquel presidente-pueblo que construyó ciertamente un discurso coherente frente al saqueo económico imperialista al cual era sometido nuestro país y que nos conminaba a pasar por encima de las instituciones cuando estas dieran muestras de su disfunción, fue disolviéndose poco a poco, edulcorada por un corazón electorero, irrespetuosamente tricolor que nos interpelaba los sentimientos y no la razón.

Y ese Chávez que conocimos biznieto de Maisanta, hijo del pueblo en lucha, de pronto pasó de ser hijo a convertirse en Padre, con toda y las implicaciones jerárquicas que este rol constituye. Otro Padre Libertador. Y se transformó en el Líder Supremo, el Comandante Infinito, el Gigante Eterno… que clamaba y sigue clamando, no a nuestras conciencias, sino directamente a nuestros sentimientos: "Rodilla en tierra, unidad, unidad, unidad de los patriotas!", mientras muchos no acabamos de entender −en vista de tantos cabos sueltos en la administración pública, y sobre todo en el manejo de la política económica− qué entendía realmente el fallecido Presidente por "patriotas", y si esa denominación −en caso de tener una connotación positiva− tiene algo que ver con una pretendida lealtad popular automática con los funcionarios adscritos a  la gerencia local, estadal y nacional del gobierno chavista.

Debemos pues concluir que el discurso erigido como política comunicacional de los gobiernos que hemos conocido −tanto de derecha como el que fomentan los gobiernos que dicen representar el pensamiento izquierdista− parten de la misma matriz de subestimación del pueblo. Ambos dudan de nuestro sentido común y de nuestra habilidad y capacidad de ejercer el pensamiento racional y la imaginación. Ambos creen que ellos deben ir "guiando" nuestras perspectivas de pensamiento para que actuemos de acuerdo a lo que las fórmulas dicen, esquemas que por supuesto favorecen a élites dominantes.

Ninguna de estas dos formas aparentemente contrarias de gobierno, cree que debemos transformar el concepto que tenemos de escuela, y que debemos dejar de "adiestrar ciudadanos" para comenzar a  desarrollar verdaderos y auténticos seres humanos que imaginen nuevas y mejores formas de relacionarse y hagan posible la existencia de futuros hombres y mujeres que destierren de una vez y para siempre la explotación humana y la depredación del medio ambiente.

Ninguno de los dos bandos contendores ha podido renunciar a su poder de interpelación policíaca y religiosa, el cual se vale del uso de una cierta retórica ante la cual nadie nos pone alerta: ni en nuestros hogares, ni mucho menos en la escuela, conscientes estas mismas instituciones sociales del riesgo de perder su poder controlador y modelador sobre nosotros.

Por ello vemos incorporarse, por ejemplo, dentro del lenguaje cotidiano el término fascista, vaciado completamente de su sentido real y empleado sólo como "palabra choque", retórica que está intencionalmente dirigida a la activación del pensamiento binario y maniqueísta: revolucionarios contra fascistas, chavistas contra "escuálidos", patriotas contra testaferros o "cachorros del imperio", buenos contra malos…

¿Es suficiente con desenmascarar estos códigos al servicio del poder, detrás de los cuales vuelve a ocultarse, ladinamente e indistintamente de las tendencias ideológicas que dicen representar, la misma lógica de la dominación? ¿Cómo logramos instaurar nuevos códigos desde el poder colectivo y en función de nuestra propia transformación?

Nuestra opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total… es que no hay Padre Libertador, ni  institución, ni pensamiento institucionalizado que adelante esta empresa creativa. Sólo el pueblo organizado tiene y tendrá la capacidad de vencer su credulidad y recuperar su poder de diálogo y su propia y legítima palabra. Una palabra que preña, precursora de la otra comunicación y de la "otra política".


miércoles, 3 de abril de 2013

Humor, comicidad y campañas electorales en Venezuela



«Un humorista es aquel que toma la sociedad en sus delicadísimos dedos y empieza a jugar con ellos como una marioneta maravillosa»
Aquiles Nazoa

Si en alguna observación habremos de coincidir todos los venezolanos inmersos en la pugnacidad generada por el ejercicio político que ha caracterizado a nuestro país en esta última década, es en darnos cuenta que en la Venezuela actual no parecieran generarse las condiciones necesarias como para que surjan buenos humoristas ni comediantes. No los encontramos ni del lado de los opositores al gobierno, ni en los afectos a la política gubernamental. Tampoco en aquellas personas que aseguran haber tomado distancia  y demarcarse de lo politiquero.

¿Por qué sería esto, se preguntarán algunos, motivo para causarnos aprensión? El estudio de la cognición humana ha revelado que sólo las emociones intensas son capaces de crear las condiciones de un aprendizaje efectivo y con posibilidades de desarrollarse y trascender en el tiempo. La sonrisa o la risa que se produce una vez que como espectadores o receptores de un acierto humorístico experimentamos, es una acción potenciadora del pensamiento racional, y en consecuencia, un agente eficaz que coadyuva en la formación del sentido común de los seres humanos. Por ello, todo buen humorista realiza un acierto selectivo personalísimo pero universal de la realidad en la cual vive, y sólo por el logro de esa universalidad empática con el receptor, le es posible producir el placer intelectual de este tipo de construcción del pensamiento crítico.

En Venezuela, el humor, como casi todos los ámbitos de nuestra cotidianidad, ha sido blanco de una polarización que en su avance −y deliberado mantenimiento por los actores políticos mediáticos− termina por socavar la sana reflexión, y en consecuencia, el pensamiento crítico. Institucionalmente se instauran unos códigos oficiales que asfixian el humor que si por atisbo asomara su despeinada melena (caso de la extinta Escarlatina Rojas Bermellón, asesinada por su propia autora) sería rápida y astutamente "absorbido" y neutralizado por los operadores gubernamentales, que en su lugar imponen la chistera y la burla contra el mundo opositor.

En este sentido, Aquiles Nazoa, el más extraordinario humorista venezolano del siglo pasado, sostenía:

El humorista es un hombre de actitud subversiva frente al mundo, un hombre que no se resigna a vivir en la situación que el destino le ha señalado, pero la ama tanto que tampoco puede renunciar a ella y lo que hace es como irla descubriendo por medio del amor, irla desarmando pieza a pieza, a ver qué verdad profunda hay detrás y debajo de aquello que la tradición, las costumbres y los convencionalismos, le dicen ser la verdad válida y, precisamente, del desarmar la pieza humana como un juguete en manos de un niño para ver qué tiene adentro, qué hay de salvable en ella, es de allí de donde surge el humorismo.
Pero… ¿En qué atmósfera florece el humor y proliferan los buenos humoristas? ¿Qué diferencia el humor y la buena comedia de la comicidad y el chiste? Y sobre todo: ¿Qué procesos del pensamiento humano se privilegian en la producción y recepción del humor y qué relación guarda lo mediático con el declive de una actividad intelectiva de enorme impacto en la formación de criticidad?

El humor como la buena poesía, parece no florecer en la incertidumbre de lo personal, en la actitud inauténtica de quien no puede equilibrar con facilidad los factores que permiten el surgimiento de un acierto intelectivo humorístico. En consecuencia, un individuo a quien deliberadamente se le ha despojado de su identidad o que posea una tendencia a observar la realidad desde una sola perspectiva de pensamiento, difícilmente  podrá desarrollar buen talante y verdadera personalidad de humorista.  El buen humorista es un investigador situacional, pero también es un lector. Lee mucho y sobre diversos temas que le permiten tomar distancia y formularse una visión panorámica de determinada circunstancia así como  de sus nexos. Por eso suele poseer una formación humanista capaz de realizar una selección oportuna de los signos y símbolos que mueven a la sociedad de la cual él es observador crítico, y espera con su intervención discursiva amparada en la risa y la gracia, que nosotros lo seamos también.

El humorista interviene la realidad que observa a través de un discurso deliberadamente construido para que sus potenciales receptores realicen procesos inferenciales adecuados. El humor siempre es rebelde y libertario y nace de la explicación cruel que se formula su creador de las contingencias humanas. Por tal razón es respetuoso de su público receptor, explora objetivamente su contexto situacional, el escenario social y político, y el contexto histórico. El análisis resultante de su ejercicio de pensamiento no es, por su puesto imparcial, pero resulta abarcador  necesariamente de las distintas perspectivas de pensamiento humano sobre determinado tema o circunstancia.

Lo cómico, si bien emplea como estrategia receptiva efectiva la gracia y la hilaridad del receptor, no exige sistematización alguna de la experiencia, su propósito fundamental  está en descubrir una realidad muchas veces oculta o invisibilizada para cuestionarla y degradarla. El chiste, aliado más cercano de lo cómico, aunque sin romper lazos con el humor, resulta siempre de una técnica narrativa que no exige niveles de investigación ni documentación, y cuyo desenlace compromete a un tercero y explota siempre aquellos espacios ocultos del inconsciente y de sus mecanismos  de manifestación.

Tomando en cuenta estas aseveraciones, ¿podríamos pensar entonces que el contexto socio-político que ha caracterizado a la Venezuela de finales del siglo XX y la primera década del siglo XXI nos ha provisto de condiciones adversas para el florecimiento del humor, no sólo como género discursivo sino como estrategia del pensamiento racional y crítico, y ha favorecido la comicidad y el chiste? ¿Es posible que las instituciones del poder constituido pueden decretar  consciente o inconsciente la muerte del humor, y que nuestro pueblo pueda estar siendo impulsado mediáticamente a una práctica discursiva de lo cómico y lo chistoso, en la cual suicidamos el humor, víctimas entre otros factores del cortoplacismo electorero que ha venido caracterizando estos últimos años? ¿En qué medida la irrupción cada vez mayor de lo mediático, y con ello de la penetración abusiva de la comicidad chabacana y superficial y del chiste ramplón, repetitivo y fundamentado en lo obvio, propio los medios televisivos, radiales, y más recientemente de las nuevas tecnologías comunicacionales y de internet, han contribuido a soslayar el debate radical y profundo que deberíamos estar dando si realmente estamos, como decimos, decidimos a instaurar una nueva forma de hacer política y si realmente queremos construir una sociedad no capitalista?

Definitivamente apremia cada día más hacernos estas preguntas e intentar dar respuestas serias que logren desestancar la actual situación que vive el debate político en Venezuela, y en particular, el enfoque asumido por las campañas electorales, que no cesa de producirnos vergüenza ajena: desde la coreografía de la canción «Hay una camino» hasta el fulano «Baile de La Obsesión de Nicolás».

¿Será casual tanta banalidad de uno y de otro lado del discurso politiquero? Urge deslindarnos como pueblo de esa indefensión que tal como exhortaba nuestro cantor, compositor y también humorista Alí Primera "mata y pisa el pensamiento", "escupe la palabra" y hace imposible "la alborada"…



La Torre de David: testimonio del tránsito entre la representatividad y la participación


Los sueños de David Brillenburg en la Caracas de los años ochenta, se proyectaron en la construcción de la tercera más alta edificación del país y la octava de América Latina. Esos espacios serían el centro de un gran emporio financiero que florecería bajo la sombra de un país petrolero, cuyos operadores gubernamentales favorecerían una economía de bonanza y de florecimiento para la banca privada.

Después de más de dos décadas, la llamada Torre de David sigue constituyendo un sueño, pero ahora colectivizado entre un grupo de ochocientas familias, quienes ocupando desde hace más de ocho años la estructuras inconclusas y abandonadas de la edificación, sueñan no sólo con ir mejorando las condiciones de sus improvisadas viviendas ubicadas en espacios verticales de la urbe capitalina, sino también con el despliegue de sus actitudes y capacidades en la construcción de una verdadera organización comunitaria.

"Somos chavistas y seguimos la línea del comandante que es la organización del pueblo", "Tenemos que levantarnos desde abajo, vamos a luchar por nosotros y por el país", dicen algunos compañeros asistentes a la Asamblea impulsada por diversas ocupaciones del centro de Caracas.

La ocupación más importante que quizás se haya dado en el mundo entero, posee hoy en día una sólida estructura social que le permite un funcionamiento básico. Han recuperado las estructuras de la edificación por iniciativa propia, aunque habiendo ocupado veintiocho pisos, aún no tienen ascensores que garanticen el acceso a estos espacios y que puedan brindar posibilidad de ocupación en pisos superiores. Se han aprovisionado de materiales de construcción y han destinado sitios especiales para su depósito. El agua la distribuyen con bombas propias, y han logrado negociar el servicio de luz eléctrica con la Electricidad de Caracas. Mantienen asimismo un sistema de seguridad interna muy efectivo entre ellos, fundamentado en la designación de delegados por piso y el cumplimiento cabal de normas consensuadas entre los ocupantes. No obstante han sido víctimas de tres grandes allanamientos, entre ellos, uno de dimensiones espectaculares, efectuado por grupos de comando y helicópteros de la policía con el pretexto de un operativo por un supuesto secuestro del hijo de un diplomático.

Los ocupantes de los espacios de la otrora Torre de Confinanzas se quejan de ser discriminados hasta por los mismos habitantes de las parroquias caraqueñas: "Ni los consejos comunales nos quieren. Nos rechazan… ¿Esos son revolucionarios? Pero entre todas las ocupaciones del centro, somos más que ellos".

Cuentan que entre uno de los más acérrimos denunciantes de la ocupación, se encuentra el mismísimo José Vicente Rangel, quien según ellos ha llegado a calificarlos como delincuentes y a quien los tomistas le atribuyen amistades e intereses personales en el extinto consorcio. ¡Otra historia no muy bien contada y poco conocida a fondo sobre las mafias bancarias que se han abierto paso amparadas en el huracán "revolucionario"…!

Angel Zambrano, coordinador de educación y de medios de la Cooperativa "Caciques de Venezuela", habla sobre los proyectos que tienen en proceso: dos guarderías, jardines internos, canchas deportivas, un centro de diagnóstico integral (CDI), un mercado… Aspiran además que funcione una escuela para impartir educación primaria, porque aún sus reflexiones y sus sueños no ven caminos distintos sino al de la inclusión formal.

"No podemos seguir siendo utilizados por los demás, necesitamos organización propia: formar un movimiento, luego un partido entre todas las ocupaciones, para tener nuestros propios representantes en el Estado", "Tenemos patria, pero eso depende de nosotros. La participación es el principal legado que nos dejó el Presidente. Vamos a actuar, y vamos a luchar por la inclusión".

En doce mil metros cuadrados destinados a sueños neoliberales, un número aproximado de dos mil quinientos venezolanos demuestran una capacidad de autogobernancia, una disposición de resistencia y una vocación de organización y unidad con sus iguales que se pierden entre la retórica gubernamental de planes y proyectos que intentan invocar el socialismo del siglo veintiuno…

Y por todos los rincones de La Torre de David, resuena una y otra vez el canto de Alí Primera…

Era tan delgadito 
pero llevaba la fuerza de un trigal por dentro 
y su explosión humana 
hizo añicos la desesperanza 
y era un pájaro de rápido vuelo 
que volaba llenando de colores el viento 
y con las mariposas y los peces 
y todas las flores de mi pueblo 
formó un solo color para los hombres 
y después siguió su vuelo.

Sí, Los habitantes de La Torre David saldrán a votar el 14 de abril, sin duda alguna. Saldrán a buscar votos y a apoyar la revolución bajo la identidad ideológica creada alrededor del legado político y espiritual de Hugo Chávez Frías, prendados de sus sueños de inclusión así como también David Brillenburg soñó para él y los suyos. Pero de seguro, tal y como la canción libertaria de Alí presagiaba, esta nueva generación de venezolanos que transitan por el ejercicio de la participación protagónica pero que aún no puede romper con su pasado de representatividad, seguirán su vuelo, cambiando de paisajes y dejando atrás deseos de formar parte de un sistema opresor y esclavizante, hasta enrumbar sus pasos por fin a un sendero que no conoce retorno, porque es el espacio justo en donde los pueblos encuentran su origen y la razón de ser de sus verdadera existencia.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Matar a Guaipacipuro en pleno siglo xxi y en "revolución"




Mataron a Sabino Romero. Sus ejecutores no están sólo entre los dos sicarios que accionaron el arma contra el pecho honrado de aquel líder indígena y contra la humanidad de Lucía, su esposa, quien aún lucha por su vida; ni tan siquiera en las manos de posibles ganaderos que pagaron el encargo. También se encuentran en la complicidad de muchos de sus hermanos indígenas que optaron por la traición y la alianza con el poder, en la impunidad macabramente diseñada por los organismos del Estado para facilitar la muerte de los compañeros yukpa que luchaban por la delimitación de sus tierras, y posibilitaron luego el asesinato de este luchador incansable que fue Sabino Romero.

Los ejecutores de la muerte de Sabino Romero también están en los medios de comunicación – de derecha y del oficialismo, que en eso no se diferencian mucho cuando se trata de sostener el poder− quienes contribuyeron a criminalizar su lucha, o que la invisibilizaron concediéndole en ocasiones pequeños espacios o los espacios menos importantes y banalizando las causas reales y estructurales que originaban el significativo número de muertes de compañeros yukpa en estos últimos años. 

Pero, por sobre todo, los ejecutores de este último golpe a la digna lucha del pueblo yukpa, y a la de todos lo que tenemos consciencia histórica y cultural, se encuentran entre aquellos que guardaron un silencio cómplice frente a la lucha del indígena, entre aquellos portadores de esta maldita cultura de colonizados que les impide hacer causa común con el hermano en justo combate por la vida y por la tierra, so pena de perder las prebendas de funcionarios del gobierno que han terminado por desmovilizar al pueblo y ponerlo al servicio de las instituciones mal llamadas revolucionarias.

Tal como una vez advirtiera el compañero Esteban Emilio Mosonyi: Volvimos a matar a Guaicaipuro en pleno siglo XXI. Y lo que es peor, con sello de revolución bolivariana. Todo el escenario para que este hecho ocurriera lo vino cocinando el Estado venezolano con sus erradas políticas frente al pueblo indígena. De allí  que resulte una falacia que se pretenda decir que la muerte de Sabino Romero es producto de un "plan desestabilizador de la derecha". Si es un acto provocador, lo es de la derecha interna que medra en este gobierno. No de esa "derecha" vaga y abstracta que han pretendido pintárnosla como un peligro externo, (¡qué bien sabemos que lo es!) ubicado sólo en las filas de la oposición y de sus líderes.

Expresamos toda nuestra solidaridad con la familia de Sabino Romero y con su pueblo. Así como hacemos un llamado de exigencia a los organismos públicos para que Lucía sea debidamente atendida en aquellos hospitales en donde nunca hay insumos para la población indígena; y para que se preserve su vida, ahora en riesgo mayor en virtud de su condición de testigo de los hechos. (Igual suerte corre Carmen Fernández, madre de los tres jóvenes yukpa masacrados recientemente, y a quien se le dictan órdenes de protección que la guardia nacional de la zona –a las que nos negamos a llamar bolivariana−, no cumple.)

Consternados aún por tu muerte, Sabino, te lloramos. Pero sabemos que no nos está permitida la parálisis. Hoy, en las calles de Caracas, la sangre indígena de los caribes, esgrimirá tus armas indómitas de dignidad y lucha.

¡Qué viva Sabino Romero! ¡Qué vivan nuestros pueblos originarios!

domingo, 3 de marzo de 2013

Los alacranes de la política y la salud presidencial


En ocasiones uno lamenta la propensión a formular continuas analogías con base en las peores disfunciones de los seres humanos, para compararlas con ciertas características inherentes a la naturaleza de determinada especie animal. Así suele decirse por ejemplo que los militares que ascienden al poder y ejercen dictaduras, son gorilas; que las mujeres que actúan en forma perversa e insidiosa, son serpientes; o se le llama rebaño de ovejas a las masas hipnotizadas y doblegadas por la autoridad…

Estas comparaciones que descansan sobre figuras discursivas alegóricas, resultan siempre peyorativas para los animales, quienes desprovistos del lenguaje articulado, y en consecuencia, del desarrollo de una consciencia compleja, quedan estigmatizados con unos males que surgen del ejercicio de los vicios y prácticas enajenadas de las sociedades humanas.

El Gral. Müller Rojas, por ejemplo, condenó a las ciento tres especies de alacranes que pueden encontrarse en Venezuela –la mayoría de las cuales no representan ningún peligro­− a espiar las culpas de un tipo de ser humano que comenzó a surgir en los distintos períodos republicanos de nuestra historia, a la sombra de un poder que le era conferido con aparente legalidad; pero que en virtud de la inexistencia de mecanismos eficaces de control y evaluación, actuaba sin legitimidad alguna.

Una omisión con doscientos años de historia −un "equívoco bicentenario"− hizo crecer el nepotismo, la corrupción, el clientelismo, el tráfico de influencia, los chantajes, acosos laborales de carácter sexual… hasta magnitudes de carácter endémico dentro del ámbito de la administración pública, y en consecuencia, dentro de las prácticas de esas organizaciones que surgieron más tarde −supuestamente con el objetivo de delinear estrategias adecuadas de toma y ejercicio del poder− como lo son los partidos políticos.

Atribulado ante ese duro tránsito por la función pública, y más tarde por la militancia al frente de la vicepresidencia del PSUV, el compañero Müller Rojas reveló públicamente la existencia de un burocratismo público depredador vinculado con la empresa privada, así como de unos intereses grupales opuestos a cambios verdaderamente revolucionarios, funcionarios acostumbrados a actuar a través de la legalidad de la democracia representativa para la concesión de prebendas personales. Los bautizó como "nido de alacranes", mientras explicó el poder que tenían para aislar al Presidente Chávez alrededor de un "círculo de hierro" que le cortaba al Jefe de Estado su relación directa con la sociedad, y más específicamente, con el pueblo humilde más propenso a sufrir las veleidades producidas por las disfunciones del "sistema".

Señalaba el dirigente la existencia de por lo menos tres nidos: uno frente a una mafia banquera financiera, la cual fue tiempo después desarticulada por el mismo Presidente Chávez después de un "Aló Presidente" transmitido desde el sector El Maizal; otra al frente de grupos de poder vinculados al sector religioso evangélico, que muchos señalan pero nadie hasta ahora ha logrado detener, y una tercera –no menos importante e inexorable− al frente de los llamados funcionarios "incondicionales" y "leales" al Presidente Chávez.

Ya se cumplen casi tres años de la advertencia: "Chávez está sentado en un nido de alacranes". No sólo los catorce años en el poder no nos han servido para impulsar una economía no dependiente de la renta petrolera, sino que han profundizado el mal consolidando una nueva élite empresarial que efectivamente y tal como la señalara Müller, medra impunemente del tesoro público.

Y uno se pregunta: ¿Qué ha ocurrido con esos dos nidos de alacranes de la política que no lograron ser rotos por el Presidente Chávez? ¿Quiénes son y dónde están? ¿Siguen formando parte del grupo de los "leales" e  "incondicionales" del Presidente Chávez? ¿Qué relación tiene esa especie humana corrupta con la falta de funcionamiento de proyectos socioproductivos que se anunciaban como la panacea del socialismo venezolano, y las medidas antipopulares que se han venido tomando en materia financiera?

Pero por sobre todo –y hacia allá va el propósito fundamental de nuestra reflexión, por mucho que esta pueda herir las susceptibilidades de todos aquellos que han optado por endiosar e idealizar irreflexivamente la figura presidencial perdiendo de vista su condición humana, y en consecuencia, sus limitaciones físicas, sus errores y contradicciones propias− uno se pregunta cómo puede éste con una salud tan precaria resistir el embate de estos mismos alacranes, en uso aún de su ponzoñoso poder, consolidado por la impunidad.

Y creo que la pregunta no sólo es válida y pertinente, sino que reclama de todos nosotros un ejercicio responsable, que parte desde la racional y justa administración de afectos, en la medida en que si en realidad decimos que queremos y valoramos el esfuerzo ingente hecho por el Presidente Chávez en aras de impulsar un proyecto histórico de carácter nacional y continental, debemos entender que su salud limitará su desempeño, y su desempeño le exigirá –lo sabemos todos− esfuerzos que lejos de contribuir con su restablecimiento, podrían deteriorar una vez más su estado físico.

Y por otra parte, después de evaluar la conveniencia personal y colectiva de un gobierno desplegado bajo la imagen de Chávez, pero sin Chávez; o con un Chávez que se incorpora a duras penas al escenario político, en un último esfuerzo de arder como el leño para ofrecer los últimos destellos de luz y sensación de calor, debemos sopesar nuestra propia conducta como supuestos protagonistas en el desarrollo de un poder popular cada día más real y fortalecido. Debemos evaluar cuánto hemos andado en el camino de formación de colectivos sociales con estrategias de poder claras y al margen de dádivas oficialistas, cuánto en la articulación de equipos de trabajo popular que en forma categórica rechacen una incorporación en el poder a modo de nuevos operadores de instituciones hechas para la corrupción. Sólo entonces podremos conocer el saldo de estos catorce años de aparente "taima", y las perspectivas de avance que podemos tener en cualquiera de los escenarios políticos que se presenten en Venezuela.

Y aunque no dudo de la honestidad del Presidente Chávez para evaluar sus posibilidades reales y efectivas de asumir nuevamente el duro timón de la nave, creo que la respuesta de conducción ya no le corresponde, en la medida en que él sentó las bases para que seamos nosotros mismos los que dictemos las pautas de esa dirección. Le corresponde entonces a él ahora confiar en su obra y en los hombres y en las mujeres que al margen de prebendas y privilegios, están en la disposición de seguir avanzando en la construcción de una economía productiva y real, que permita ciertamente en un mediano plazo ufanarnos de soberanía y desarrollo, sin que paradójicamente tengamos que vernos en las vergonzosas circunstancias de recurrir a medidas monetaristas o fiscalistas incapaces de dar respuesta al problema de una economía monoproductora, así como al persistente problema de cohabitación y consolidación de verdaderas mafias empresariales burócrático-corporativas que desde el seno mismo del Estado, configuran el mayor nido de alacranes del que se tenga noticia en esta última década de gobierno chavista.

Pronto se cumplirá un año más de la desaparición física del General Müller Rojas, quien se despidió de nosotros ofreciéndonos algunas advertencias y un sano ejercicio de reflexión crítica que no debemos olvidar. Estos alacranes humanos no son comunidades naturales que obedecen a un equilibrio biótico como ocurre en los ecosistemas de estos arácnidos, mayormente inofensivos como ya apuntábamos; estos depredadores de la administración pública socavan lo más sagrado del pueblo, que es su dignidad, y terminan por exterminar, en plazos cada vez más perentorios, con la paciencia del pueblo venezolano.

Espero que con esta última no se pierda definitivamente la fe y la confianza en lo mejor del ser humano, que no es otra cosa que la búsqueda incesante por encontrar formas de gobierno soberanas, justas y eficientes.

jueves, 21 de febrero de 2013

Decálogo del pensamiento escuálido: Hacia una descripción empírica de la irracionalidad discursiva en la política venezolana.


Después de largas charlas con personas, quienes de acuerdo con sus expresiones revelan ser opositoras irreflexivas al gobierno del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, y con el propósito de contribuir a aclarar el panorama cognitivo que exhibe esta parte significativa de la población venezolana −la cual el Presidente de la República bautizó como "escuálida"− me di a la tarea de identificar diez regularidades en las perspectivas desde las cuales abordan cualquier tipo de problema de la cotidianidad nacional, independientemente del estrato social al cual pertenezcan. Advierto que mi descripción parte de observaciones empíricas, pero estoy segura que muchos especialistas en el área de psicología cognitiva, neurociencias, sociología, análisis del discurso o antropología cultural, tienen en este fenómeno una clase de hecho social digno de un estudio científico.

La intención de mi reflexión no es, por supuesto, la de mofa. Ninguno de nosotros se encuentra exento de experimentar, en algunos momentos de nuestras vidas, fallas en el pensamiento. El problema surge cuando estas fallas se afianzan como parte de una ideología propia del sistema de dominación y terminan por alejar cualquier posibilidad de ejercer la sana reflexión política, y en consecuencia, la actuación con un mínimo de sentido común en este ámbito de la vida social. Escribo estas observaciones, desde mi condición de educadora y sincera humanista, animada por la idea de que la inteligencia humana es perfectible.

Si algún afecto al oficialismo se sintiese también retratado en esta forma de pensamiento, alármese porque −aunque no lo crea− en cualquier momento usted podría incurrir en las mismas falacias de sus contrincantes, y en consecuencia, en los mismos comportamientos disfuncionales. Ciertamente, el problema no está sólo en el contenido ni los esquemas informativos que maneja un individuo, sino en la forma racional o no en que esa persona asuma la realidad. Si cualquier emoción, sensación o sentimiento intenso, por ejemplo, es capaz de obnubilar permanentemente nuestro entendimiento, es lógico esperar que nuestras acciones no estén acompañadas de cordura o apego a ética alguna. De forma tal que bajo estos parámetros, el término escuálido remite más que a una perspectiva de pensamiento de las personas de la oposición, a un cierto tipo de individuo que hace vida en la política o que intenta expresarse sobre ella comprometiendo la idoneidad y efectividad de su propio pensamiento a partir de falsas percepciones de la realidad, o con el propósito de engañar con un falso argumento, a los receptores desprevenidos.

La complejidad que caracteriza el escenario del pensamiento político venezolano, tal y como muy bien lo señalara el investigador venezolano José Padrón hace casi una década, permite que existan chavistas y opositores con pensamiento "escuálido", chavistas "no escuálidos" y una parte significativa de antichavistas "no escuálidos".

En este mismo sentido es importante reconocer que somos una generación víctima de unos medios de comunicación arteramente diseñados para inocular esquemas cognitivos superficiales, asociados siempre a situaciones de disfrute y placer que permiten que ciertas formas de pensamiento se instalen en nuestra consciencia como naturales, espontáneas, cuando en realidad son el resultado de un "diseño de ciudadano tipo" que el sistema requiere para seguir "funcionando".

Mis fuentes de observación no sólo fueron los interlocutores con pensamiento escuálido que forman parte de mi vida personal, también encontré un espacio extraordinario de observación en los programas del canal televisivo Globovisión: "Aló, ciudadano", "Buenas noches" y "Grado 33", en los cuales sus conductores, así como la mayoría de sus invitados, se constituyen en voceros mediáticos de este tipo de pensamiento. Y más recientemente he recibido el aporte de los foros que suelen darse vía electrónica, en los cuales este grupo ha encontrado un espacio de expresión verbal que los libera de cualquier responsabilidad comunicacional de carácter ético.

Pasemos, pues a enumerar las claves recurrentes del pensamiento escuálido:

1. Establece generalmente conclusiones con base en la inducción, revelando una visión anecdótica de la realidad.

Si viajan y observan algún hueco en la vía, afirman que el país se está cayendo a pedazos. Podrán recorrer extensos trayectos de vía asfaltada en perfecto estado, pero no lo notarán. Sólo verán lo que refuerza su esquema de pensamiento: "Este gobierno no sirve", "Nada funciona", "Vamos de mal en peor"… Atribuyen, en consecuencia, la responsabilidad de lo público a las autoridades, sin incorporarse  en la solución de ningún problema que requiera organización con el resto de los afectados, porque a este individuo se le formó bajo la perspectiva de la "representatividad"; y aunque en 1999 Venezuela aprobó una Constitución en la cual se declara el carácter participativo y protagónico de nuestra democracia, él no se da por enterado, y atribuirá toda disfunción a un problema de gerencia. Y si bien una buena administración pública es imprescindible, estos grupos humanos no logran asimilar que los cambios trascendentales operan en la cognición de los involucrados, cuando todos interactúan y se incorporan en la superación de una situación problemática. Mucho menos entenderá que las leyes son letra muerta si los individuos no contribuimos sostenida y recurrentemente para que éstas se instalen en la conciencia y en las acciones de todos los ciudadanos.

2. Carece de consciencia histórica o posee una falsa consciencia de la historia de su localidad, de su región, de su país y del continente.

El individuo opositor de pensamiento escuálido, por lo general, desconoce la historia de su territorio local, nacional y continental. Se cree producto de un progreso humano civilizatorio que dejó atrás al indio, la tierra y las prácticas agrícolas originarias; y afortunadamente gracias a eso, y al auge tecnológico, él se permite pisar cemento, granito, cerámica, parquet… Se siente, asimismo, al margen de sufrir cualquier enfermedad endémica o problema producto del subdesarrollo y "la ignorancia de los pueblos".

Algunos de ellos, sin embargo, conocen la historia de su país,  y aunque saben que esta asume la perspectiva del colonizador, "el detalle" les resulta irrelevante, en nombre por supuesto, del progreso y del desarrollismo típico del esquema de sociedad ideal que comparten… "¡Qué bueno que llegaron los españoles para civilizarnos, si no lo hubiesen hecho, aún estaríamos en las ramas!"

No es casual que los pueblos producto de invasiones y colonizaciones extranjeras, posean un conocimiento incipiente de su historia territorial. El invasor no sólo impuso su lengua, sino que a través de ella inoculó sus propios esquemas de pensamiento, entre los que descollan, los de carácter "civilizatorio". Por ello no sólo estructuró una historia encubridora de la masacre y desplazamiento perpetrado contra nuestros pueblos originarios y los grupos africanos que en calidad de esclavos llegaron hasta estas tierras, sino que la convirtió en una asignatura de estudio dictada sin pedagogía alguna, de forma tal que resultara, en la mayoría de los casos, un contenido aburrido, condenado al uso reiterado y excesivo de los procesos de memorización. Por ello rara vez un opositor con pensamiento escuálido leerá historia; y si lo hace, leerá sólo la historia que complace y consolida sus esquemas de pensamiento fraternos con los esquemas de pensamiento de la dominación.

3. Ignora consciente y/o inconscientemente la diferencia entre la discusión de ideas, el intercambio de opiniones y la referencia a hechos o sucesos.

Por lo general el opositor de pensamiento escuálido no lee, y si por suerte pasea  su vista por la escritura como parte de un "hábito cultural", decodifica signos sin asomo alguno de criticidad, y esto lo hace indiscutiblemente vulnerable ante cualquier discusión. No puede argumentar con base en el conocimiento legado por la humanidad; de modo que en forma inmediata comienza a emitir opiniones que sólo encuentran asideros en los esquemas de pensamiento que le legó su núcleo familiar y sus particulares condiciones de vida, sean estas precarias, holgadas o suntuosas.

En lo más álgido del debate, pretende desviar el hilo de la discusión teórica hacia la referencia a sucesos, ya sean estos presenciados por él mismo, un familiar, conocido cercano o hechos referidos por la prensa, la televisión, la radio y el resto de los medios que reproducen su visión partidista de la realidad.

El opositor letrado pero con pensamiento escuálido, por el contrario, esgrimirá ideas propias del pensamiento que justifica la dominación. Ignorará el pensamiento marxista acusándolo de "ideológico" o "antidemocrático"… sin reconocer que es el fundamento de un conocimiento teórico que permitió el desarrollo de las ciencias sociales y de muchas de sus más importantes disciplinas. Y al igual que el opositor promedio, recurrirá a distintos tipos de falacias – formales e informales− para salir airoso de cualquier discusión, en la cual de seguro juega un papel fundamental su ego.

Nunca olvido la cómica que protagonizó un profesor universitario de esos que esgrimen "doctorados" en nuestras universidades colonizadas, cuando mostró como evidencia de que el socialismo era un sistema infuncional, una anécdota que viajaba por medios electrónicos en la cual un profesor le pedía a los estudiantes que aplicarán unos supuestos principios del socialismo (silogismos hipotéticos falsos) en sus prácticas evaluativas del curso, y todo terminaba en un descontento general y en la "suspensión" de todos los estudiantes. Me tocó explicarle que esa construcción discursiva pertenecía al género de las falacias no formales o falacias de pertinencia. La cara que puso el "doctor" cuando le expliqué la torpeza de exhibir tamaña joya de incorrección del pensamiento, era todo un poema.

El pensamiento escuálido ignora la diferencia entre conocimiento legado por la humanidad, su opinión personal o la ocurrencia de un hecho en particular. No puede sistematizar experiencias que pudieran formar parte de verdades empíricas, si son abordadas con un mínimo de rigurosidad de estudio. No siente interés tampoco por leer las  sistematizaciones que otros hacen, para luego conceptualizar el fenómeno y darle carácter de argumento en una discusión.

4. Sus opiniones las formula desde lo emotivo-visceral y renuncia a cualquier ejercicio de mediana reflexión que involucre una rectificación discursiva y actitudinal.

Declara ser tolerante con aquellos que no apoyen sus puntos de vista, pero a medida que el debate y/o discusión se prolonga, recurre a las descalificaciones y a las ofensas clasistas: acusa al contrincante (chavista o de izquierda) de ignorante o de petulante (si éste es letrado o instruido), o en el peor de los casos, de resentido social, para declararse acto seguido como ofendido, y en medio de expresiones emotivas, dar fin a la posibilidad de comunicación.

Por esa poca consciencia que tiene de sí mismo, el opositor de pensamiento escuálido de todos los estratos sociales, no controla los arrebatos de su ego herido, y en los diálogos por medios electrónicos, por ejemplo, intenta a como dé lugar, no retirarse de la discusión. Replica y contrarreplica en forma reactiva, pega links para "argumentar" sus opiniones o mostrar hechos. Pero rara vez puede comunicar sus propias ideas, ya sea porque no las tiene o porque de hacerlo declararía en el acto que son expresión del sistema capitalista y la sociedad de consumo, y que en realidad… "no todos los hombres son iguales y que es necesario que unos "dominen" a los otros (¡Claro, por su propio bien!), para que las sociedades puedan ir hacia el desarrollo" etc., etc.

5. Incurren –consciente o inconscientemente−  en la construcción de falacias de uso frecuente y recurrente.

La falacia es un razonamiento falso que violenta las reglas de la lógica, y se emplea en forma deliberada para manipular una audiencia, o simplemente surge en forma inconsciente, producto de un desorden intelectual, que en virtud de su ocurrencia, hace  imperceptible el equívoco a quien lo sufre. Se suelen producir falacias formales, cuando en la construcción discursiva se hace un mal uso de las reglas de la lógica, lo que lleva a formular inferencias incorrectas; y falacias no formales, cuando se encuentra involucrada una falta de conocimiento sobre el tema, lo que ocasiona que las premisas que la constituyan carezcan de pertinencia o adecuación lógica, o que incurran en una ambigüedad de lenguaje.

Las declaraciones de muchos voceros de la oposición venezolana de pensamiento escuálido pueden aportar un corpus extraordinario para el estudio de las falacias. Cada vez que estos líderes opositores de la Nueva Era intentan expresarse, no pueden controlar el "subconsciente" y sus palabras traicionan precisamente lo que quieren ocultar.

Muchas veces estas intervenciones han sido motivo de hilaridad, pero nadie se ha detenido a analizar rigurosamente por qué esta generación de la oposición venezolana no heredó el tino y la coherencia discursiva de un Rafael Caldera o de un Claudio Fermín, para colocar dos figuras conspicuas y honorables comunicacionalmente. Al respecto, tengo mis propias hipótesis, pero creo que es un tema digno de otra reflexión extensa que trataré de abordar en futuras aportaciones.
Empleando un ejemplo del acontecer político venezolano, observemos este caso: Un periodista de la cadena internacional Omnivisión increpa a Evelyn Trejo de Rosales, esposa del ex alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales, y actual alcaldesa de esta entidad, instándola a revelar los hechos que fundamentan la afirmación de que la vida de su esposo corría peligro en Venezuela, razón por la cual debió esconderse y huir del país. Ella elude la respuesta, pero ante un nuevo requerimiento del reportero, afirma que el propio Presidente de la República amenazó a su esposo diciéndole que lo iba a poner preso y que él lo “pulverizaría del mapa político de Venezuela…” El periodista pregunta entonces: Y si esto es así, señora Evelyn… ¿la vida de usted y de sus hijos no estaría también corriendo peligro? Ante esta pregunta ella responde: “…cuando uno tiene valores bien arraigados, cuando uno sabe dónde está parado, cuando uno no tiene nada que temer y cuando uno puede mirarle la cara a la gente, cuando mis pestañas no tiemblan, yo no tengo porque salir corriendo de esta ciudad".
La señora Trejo sufre – probablemente – de este problema cognitivo que le dificulta ofrecer respuestas a los problemas tomando en cuenta el contexto total de la situación, y para resolver una pregunta eventual del periodista, no puede establecer correspondencia con el fenómeno que se discute, lesionando la propia imagen del esposo a quien dice defender.
6. El pensamiento escuálido se aferra y asila en lo declarativo, es decir, en expresiones que no poseen ningún tipo de sustentación racional o pertinente en el contexto en el cual las emiten.

En otras palabras: la persona poseedora de un pensamiento escuálido, no argumenta.  Si formula una afirmación en el plano de las ideas, no es capaz de otorgarle algún tipo de fundamentación lógica, científica o simplemente constituida por el más elemental sentido común. En consecuencia, cuando se pronuncia lo hacen desde el simple deseo de que se le crea. Decir −el simple acto de declarar a los medios− hace que la realidad que nombra parezca verdad. Por ello sus estrategias comunicacionales se fundamentan en lo puramente mediático.

Para ejemplificar este compromiso cognitivo observemos las declaraciones de un político opositor: Ante las acusaciones de corrupción que el Presidente de la Asamblea formula contra el diputado Richard Mardo, esgrimiendo pruebas que comprometen la probidad del funcionario, éste solicita su derecho de palabra  y expresa otra joya pedagógica de la expresión declarativa, en la cual apreciaremos una ausencia absoluta de argumentos, digresiones del tema principal,  presencia de falacias ad populum o que apelan al llamado emocional y falacias ad hominem, dirigidas a refutar la acusación atacando a la persona que formula la afirmación. Y todo ello mezclado con el pensamiento mágico, binario y maniqueo característico del pensamiento escuálido:

"Yo quiero decirle al pueblo de Venezuela que yo prefiero tener la conciencia tranquila que prestarme para esa jugada que quería Diosdado Cabello. Diosdado Cabello junto al "diputado talanquera" me pidió hablar mal de la organización política a la cual estoy orgulloso, con tal de "poner a enfriar en el congelador" cualquier denuncia que yo tenga. Yo quiero decirle algo, diputado: Diputado Diosdado, que cada vez que te da la gana nos dices mafiosos, narcotraficantes, y dices lo que se te ocurre. Quiero decirte algo: Más narcotraficante, más cómplice de esta corrupción eres tú que cualquiera de nosotros. Yo quiero decirte que ojalá y me dejes el tiempo que le dedicas a todas estas "ollas" para enseñarte lo que se llama una labor social, para decirte cómo se construye un liderazgo sin estar en el poder, un liderazgo sin que nadie me tenga que levantar la mano. Yo soy diputado de la Asamblea Nacional porque me lo he ganado voto a voto, porque me lo he ganado con trabajo y lucha social. El pueblo de Aragua me conoce, y a ti te conoce también Venezuela. Tú sabes que tú tienes el poder. Tú sabes que tú tienes las instituciones, pero yo tengo a Dios, y yo creo en la justicia divina. Y yo creo que vamos por el camino correcto. Yo quisiera que tú me permitieras retransmitir los videos de todas nuestras ayudas sociales, de cuántos padres y madres que los han ruleteado por todos los hospitales y que hemos logrado operarlos. Yo quisiera demostrarte las viviendas que hemos hecho sin estar en el poder. Yo quisiera demostrarte todo lo que hemos hecho, y por eso estoy aquí, porque el pueblo me eligió…"

7. Revela graves problemas cognitivos que afectan su capacidad para producir inferencias lógicas y sus habilidades para establecer relaciones adecuadas al momento de ejemplificar o de identificar con claridad las causas y las consecuencias de un fenómeno.

El pensamiento escuálido presenta una precaria formación cognitiva, no sólo producto de una escolarización deficiente −a pesar de las ingentes sumas que muchos  invirtieron en educación privada− sino también de un núcleo familiar parcializado ideológicamente, víctima además de los esquemas sociales promocionados por los medios de comunicación y/o con poca o precaria interacción con un entorno comunitario distinto al suyo, factores que les impiden una visión integral de la realidad, y en consecuencia, les dificulta la estructuración pertinente de comparaciones alegóricas y el establecimiento de relaciones de carácter inclusivo o consecuencial.

De reciente data y sobre las comparaciones que establece el pensamiento escuálido, se encuentran las declaraciones de Julio Borges, cuando torpemente expresa una alegoría sobre las corridas de toros:

"En una corrida de toros hay dos personajes; el torero y el toro… ¿Cómo hace el torero que muchas veces es un enanito que está allí para ganarle a un toro que mide casi una tonelada, que pesa una tonelada. Una razón muy sencilla: porque el torero es más inteligente. Nosotros tenemos el reto de ser los toreros y no el toro. Y convertir al gobierno en el toro y no nosotros en el toro. De manera que no seamos nosotros menos inteligentes y llevemos esto con el pulso, la determinación y la inteligencia…"

Este es un buen ejemplo de dificultades en el pensamiento humano: una analogía fundamentada en una falacia, la cual además perpetúa la creencia de que el maltrato animal es un "deporte" y/o un "arte", y que el victimario (el torero) es la víctima que emplea la inteligencia para vencer la "fuerza bruta" del toro, mientras que el toro – la verdadera víctima en realidad− representa al gobierno.

En este mismo sentido, a la cognición escuálida se le dificulta además operar con conceptos de carácter inclusivo: desconoce la jerarquización conceptual que vincula los fenómenos del conocimiento humano en el ámbito sociológico. Por ello desdeña la perspectiva marxista que reclama la integración del conocimiento, y en consecuencia, la identificación de la contradicción fundamental de un problema social. Le molesta escuchar que el Presidente Chávez culpe al capitalismo de cualquier disfunción de las estructuras de nuestro país, por considerarlo parte de una retórica que pretende eludir las propias responsabilidades en la administración pública. Por ello se desgañita pidiendo medidas represivas contra la delincuencia desatada, mientras culpa al gobierno de no tener suficiente decisión para enfrentar el flagelo, y empleando la disfunción estructural como bandera en eventos electorales.

De igual forma, su entendimiento flaquea cuando se le enfrenta al reconocimiento de las causas reales de determinado problema. Toman como causa de un efecto, un solo factor, que si bien puede influir en la ocurrencia de un fenómeno, no es sin embargo su causa real. La estrategia de ignorar sostenidamente la causa real de un fenómeno, lleva indiscutible a un estado de enajenación en el cual se renuncia a la posibilidad de reflexión, y en consecuencia, a la de coadyuvar efectivamente en la superación de las contradicciones involucradas en el conflicto.

8. No es amigo de la autocrítica, precisamente porque carece de la habilidad para objetivar la realidad sin incurrir en parcialidades ideológicas, y porque cree que es dueño de su propio proceso inferencial, mientras que el contrincante "sólo repite lo que dice el canal del Estado o las frases hechas y puestas a rodar por Chávez y el chavismo".

Cuando uno trata de "reflexionar" con una persona de pensamiento escuálido percibirá de primera entrada que su entendiendo se disocia toda vez que entra en contacto con alguna situación que se vincule con el Presidente Chávez o con el chavismo. Y precisamente por eso, el pensamiento escuálido nunca estará dispuesto a admitir errores. Si éstos por alguna razón existiesen en los integrantes de sus preferencias ideológicas o en ellos mismos, los ha causado el mismo Presidente Chávez. Aplica así el sofisma de la causa falsa que sostiene que un acontecimiento es la causa de otro simplemente sobre la base de que el primero es anterior al segundo.

El paro petrolero que ellos protagonizaron y que causó enormes daños materiales a nuestro país, no era culpa de sus protagonistas, sino de Chávez por no dimitir en su cargo tal como ellos caprichosamente se lo pedían.

El pensamiento escuálido pregona que no tiene líderes, que él es autónomo en sus percepciones y decisiones políticas, sin embargo reproduce los mismos esquemas de pensamiento colonizados que resultan cómodos para justificar la expoliación de la riqueza de la nación a través de grupos empresariales y consorcios capitalistas. Como suelen decir irónicamente los sabios: ignora su prisión porque nunca vuela tan alto ni tan lejos como para tropezar con los barrotes de la jaula.

9. Practican y comulgan con la visión medieval y luego romántica de que "todo tiempo pasado fue mejor", cuando se trata de opinar sobre sucesos del presente, a partir de los cuales concluyen que éstos ocurren por falta de "valores", que en ellos por supuesto, sí consideran que se encuentran correctamente "instalados" en su consciencia.

Nada más ilustrativo para aplicar este aspecto, que la dichosa frase que ellos comenzaron a reproducir en sus espacios: "Éramos felices y no lo sabíamos" El sentimiento de vivir una pesadilla, los acompaña desde hace más de catorce años. Dicen que viven en una dictadura en la cual su vida y la de sus hijos corren peligro, y que no se les garantizan sus derechos, sobre todo, el de la propiedad privada.

Su "calidad de vida" se ha visto deteriorada, entre otras cosas por las medidas "populistas" aprobadas por este gobierno, que se ha dado a la tarea de regalar o conceder casas con facilidades, ofrecer atención gratuita en materia de salud, y garantizar el derecho al estudio de los más necesitados y de los que siempre eran excluidos del subsistema educativo universitario. Antes podían ofrecer caridad a los pobres, ahora éstos se creen con el derecho de exigir. Y todo por culpa de Chávez que vino a "desunir" a los venezolanos cuya población pobre "antes" vivía −si no en perfecta armonía con sus benefactores− al menos con resignación y humildad.

Aunado a eso, los pobres se han convertido en unos "igualados" que viven en completa inadvertencia de la ética y de los valores cristianos.

10. Observa e interpreta la realidad en forma binaria, maniqueísta y superficial.

Posee una perspectiva superficial de la realidad, acrecentada por los medios de comunicación. Ama la farándula, y llega al clímax de la ensoñación cuando la figura mediática a quien admira, milita en la misma causa proselitista que complace su sistema sensorio; sea esta partidista, producto de la afición a un equipo deportivo o de carácter religioso.

Pero dejemos otra vez a Julio Borges para que en otra parte de su pedagógica declaración de pensamiento escuálido, nos revele las características de esta disfunción cognitiva:

(…) Aquí lo importante es entender que nosotros tenemos todos un objetivo: que es vencer democráticamente a un sistema no democrático. Reclamar las cosas con toda la fuerza. Estar en la calle. Estar en las redes sociales. No dejarse amedrentar. No tener miedo. Recordar ese mensaje de Juan Pablo Segundo a los jóvenes. Cuando el comunismo estaba cayendo en Europa Oriental, el mensaje de Juan Pablo Segundo era simple: No tengan miedo. Y no tengan miedo significa: Dios está de nuestra parte y esto es una lucha del bien contra el mal. Y el bien siempre vence y la verdad siempre se impone. Y así va a ser en Venezuela…"

Nótese cómo se revela la tendencia a interpretarlo todo desde el pensamiento idealista y mágico: Venezuela atraviesa por una dictadura. El chavismo es el Mal y el pensamiento escuálido representa el Bien. Dios está del lado del Bien. Dios es Verdad. El pensamiento escuálido es el poseedor de la Verdad. Y la Verdad y Dios siempre triunfan. Luego, el pensamiento escuálido triunfará… En otras palabras: ¡Ánimo, jóvenes disociados, salgan a la calle a sabotear y a provocar reacciones violentas de los afectos al oficialismo para que yo pueda llegar al poder!

Apasionante tema este el del pensamiento humano y el de sus disfunciones cognitivas, que creo por supuesto no se agota en estas descripciones, y que representa una interesante invitación para un verdadero ejercicio de análisis del discurso, una práctica popular que impida que el pensamiento del chavismo degenere en un pensamiento escuálido.

Ver las disfunciones del pensamiento del Otro, es vernos a nosotros mismos, para evitar caer en los mismos equívocos. Y en este sentido necesitamos revertir la institucionalización de la "lectura" que desde los medios oficialistas se hace de los sucesos y de las coyunturas históricas a través de "analistas de discurso" que curiosamente obvian hablar de los detalles, para instalarse en una perspectiva de clase que una vez más pretende ignorar los intereses de colectivos sociales cada vez más claros en la construcción de efectivas estrategias de poder real y protagónico. De esos mismos colectivos sociales que valoran el liderazgo histórico del Presidente Chávez, pero que no están dispuestos a dejarse arrebatar una vez más la posibilidad de pensarse y de reconstruirse como nación comunitaria, libre, justa y respetuosa de los dones con los cuales nos benefició la Madre Tierra.