Por Gladys Emilia
Guevara
He visto rodar por las redes un seudo argumento en contra del
uso sarcástico en que ha venido empleándose –incluso dentro de los colectivos
sociales chavistas− la sentencia "Tenemos patria", que el recién
fallecido Presidente Chávez pronunciara en un discurso cargado de emotividad en
ocasión de despedirse del pueblo venezolano, horas antes de regresar a Cuba
para cumplir su destino fatal y desaparecer físicamente del contexto histórico
contemporáneo venezolano.
El escrito de marras dice así: «Antes de burlarte de la frase
de "tenemos patria" de forma despectiva hacia tu propio país recuerda
que tus hijos te están viendo y escuchando, y ellos aprenderán de ti a odiar a
su propio país, enséñales a construir con tu ejemplo, no a destruir con tu
lengua» (sic)
El escrito contiene inadecuaciones gramaticales y varias
falacias, pero voy a señalar los tres seudo argumentos más destacados:
1. Cuando te burlas de la frase: «Tenemos patria», agredes a tu país. El sarcasmo implícito en quienes enuncian la
frase ante cualquier adversidad de índole político, social, pero sobre todo,
económico, se burlan −no del país o del concepto de nación o de patria, que al
parecer es lo mismo para quien inventó la desafortunada reflexión− sino de
quienes mantienen esperanzas en el proceso político adelantado por el gobierno
chavista. (Llama poderosamente la atención oírla pronunciar a los mismos
chavistas, en fiel reflejo de una característica muy venezolana: burlarse de
sus propias desgracias).
2. No te burles de tu
país, porque tus hijos te están viendo. Se infiere que el término "patria" para el sesudo
inventor del enunciado, es equivalente a país. Esta nueva falacia deriva de la suposición de que la anterior es cierta,
y adiciona un aspecto educativo suponiendo la veracidad del enunciado. Ese
aspecto tiene que ver el carácter reforzador del lenguaje. Y en ese sentido, es
necesario entender que la formación ética de los seres humanos no depende
esencialmente de elementos tan eventuales como las expresiones lingüísticas,
sino de las acciones cotidianas que se ejecutan en su contexto social y que sin
duda alguna se refuerzan, entre otros instrumentos, a través del lenguaje.
Afirmar que el lenguaje por sí mismo perpetúa condiciones de desprecio
nacional, exclusión o injusticia, es tan pretendidamente absurdo como el que
creamos que la violencia la genera la televisión. El lenguaje, la familia, la
escuela o la televisión… no son más que reforzadores de un sistema político,
social y económico que nos impulsa a pensar y a actuar de determinada manera.
No son la causa del problema sino su consecuencia.
3. Patria es
equivalente a país. Afirmar que el concepto de "patria"
que tenía el Presidente Chávez, era equivalente al concepto de país, es
incurrir en un desconocimiento total de
uno de los principios éticos con los que actuó este líder histórico del pueblo
venezolano, y que tiene que ver con aquella hermosa canción que él cantaba para
ilustrarnos a todos sobre el concepto de patria: la canción de Alí Primera: ¡La
patria es el hombre! (que por cierto ahora tendría miles de detractores de
acuerdo a la lógica con que algunas feministas enfrentan hoy en día el problema
de discriminación y exclusión de la mujer).
Y, ciertamente, en
forma magistral nos lo dijo Fidel Castro un 3 de febrero de 1999 en el Aula
Magna de la UCV, destrozando de plano el sentido restringidamente nacionalista
que adquiere este término en las representaciones sociales de los pueblos y de
la mayoría de sus líderes políticos:
"… sabemos muy bien que hoy ningún país solo puede, por
sí mismo, resolver sus problemas, es la realidad de este mundo globalizado.
Aquí se puede decir: Nos salvamos todos o nos hundimos todos.
Martí dijo: "Patria es humanidad", una de las más
extraordinarias frases que pronunció. Nosotros tenemos que pensar así, ¡patria
es humanidad!".
También el Presidente Chávez entendía así el concepto de
patria. Concepto que muchos −más acertadamente− han tratado de transformar por
Matria, el cual resulta más integrador y certero. No obstante, en aquel momento
final, en donde se dirige al pueblo, este Líder extraordinario nos habla desde
la subjetividad de las despedidas, desde el dolor de quien intenta decirnos que
hizo todo lo posible por construir humanidad, por sembrar en todos nosotros ese
sentimiento de fraternidad y avance en colectivo. No lo logró del todo, es
cierto, pero ¡vaya que lo intentó, y en ello ofrendó hasta su propia vida!
Es cierto. No, no tenemos patria, ni mucho menos matria…
Tenemos un país con una economía rentista que no escapa a los males del
capitalismo globalizado, y que para colmo de males posee una dirigencia que ha
demostrado una y otra vez su incapacidad y falta de voluntad para enrumbar a la
nación hacia una economía verdaderamente socialista.
La primera vez que oí emplear la frase presidencial en forma
sarcástica, no niego que sentí dolor. Una bofetada a nuestras esperanzas, sí,
pero una bofetada oportuna, de esas que despiertan pueblos y le permiten
avanzar. Yo podría contestar, ya respuesta del dolor inicial que me produjo ese
sarcasmo −que de algún modo sólo ofende la sensibilidad de quienes soñamos con
transformaciones sociales y aprendimos a amar a ese ser humano grandioso que
fue el Presidente Chávez, que creyó sinceramente en el concepto de patria y
luchó por hacerlo real− que tener Matria es y será siempre para todos una
utopía, y que nuestras efímeras vidas nunca abarcarán lo suficiente como para
aprehender el tiempo histórico de una humanidad en permanente transformación,
una humanidad que encontrará en lo mejor de ella, que es su lucha permanente,
nuevas formas de relaciones que permitan la existencia y cabal evolución del
género humano en perfecta armonía con la naturaleza.