miércoles, 18 de septiembre de 2013

El «tenemos patria» o el afán de construir la realidad con palabras


Por Gladys Emilia Guevara

He visto rodar por las redes un seudo argumento en contra del uso sarcástico en que ha venido empleándose –incluso dentro de los colectivos sociales chavistas− la sentencia "Tenemos patria", que el recién fallecido Presidente Chávez pronunciara en un discurso cargado de emotividad en ocasión de despedirse del pueblo venezolano, horas antes de regresar a Cuba para cumplir su destino fatal y desaparecer físicamente del contexto histórico contemporáneo venezolano.

El escrito de marras dice así: «Antes de burlarte de la frase de "tenemos patria" de forma despectiva hacia tu propio país recuerda que tus hijos te están viendo y escuchando, y ellos aprenderán de ti a odiar a su propio país, enséñales a construir con tu ejemplo, no a destruir con tu lengua» (sic)

El escrito contiene inadecuaciones gramaticales y varias falacias, pero voy a señalar los tres seudo argumentos más destacados:

 1. Cuando te burlas de la frase: «Tenemos patria», agredes a tu país.  El sarcasmo implícito en quienes enuncian la frase ante cualquier adversidad de índole político, social, pero sobre todo, económico, se burlan −no del país o del concepto de nación o de patria, que al parecer es lo mismo para quien inventó la desafortunada reflexión− sino de quienes mantienen esperanzas en el proceso político adelantado por el gobierno chavista. (Llama poderosamente la atención oírla pronunciar a los mismos chavistas, en fiel reflejo de una característica muy venezolana: burlarse de sus propias desgracias). 

2. No te burles de tu país, porque tus hijos te están viendo. Se infiere que el término "patria" para el sesudo inventor del enunciado, es equivalente a país. Esta nueva falacia deriva de la suposición de que la anterior es cierta, y adiciona un aspecto educativo suponiendo la veracidad del enunciado. Ese aspecto tiene que ver el carácter reforzador del lenguaje. Y en ese sentido, es necesario entender que la formación ética de los seres humanos no depende esencialmente de elementos tan eventuales como las expresiones lingüísticas, sino de las acciones cotidianas que se ejecutan en su contexto social y que sin duda alguna se refuerzan, entre otros instrumentos, a través del lenguaje. Afirmar que el lenguaje por sí mismo perpetúa condiciones de desprecio nacional, exclusión o injusticia, es tan pretendidamente absurdo como el que creamos que la violencia la genera la televisión. El lenguaje, la familia, la escuela o la televisión… no son más que reforzadores de un sistema político, social y económico que nos impulsa a pensar y a actuar de determinada manera. No son la causa del problema sino su consecuencia.

3. Patria es equivalente a país.  Afirmar que el concepto de "patria" que tenía el Presidente Chávez, era equivalente al concepto de país, es incurrir en un desconocimiento total  de uno de los principios éticos con los que actuó este líder histórico del pueblo venezolano, y que tiene que ver con aquella hermosa canción que él cantaba para ilustrarnos a todos sobre el concepto de patria: la canción de Alí Primera: ¡La patria es el hombre! (que por cierto ahora tendría miles de detractores de acuerdo a la lógica con que algunas feministas enfrentan hoy en día el problema de discriminación y exclusión de la mujer).

Y, ciertamente,  en forma magistral nos lo dijo Fidel Castro un 3 de febrero de 1999 en el Aula Magna de la UCV, destrozando de plano el sentido restringidamente nacionalista que adquiere este término en las representaciones sociales de los pueblos y de la mayoría de sus líderes políticos:

"… sabemos muy bien que hoy ningún país solo puede, por sí mismo, resolver sus problemas, es la realidad de este mundo globalizado. Aquí se puede decir: Nos salvamos todos o nos hundimos todos.

Martí dijo: "Patria es humanidad", una de las más extraordinarias frases que pronunció. Nosotros tenemos que pensar así, ¡patria es humanidad!".

También el Presidente Chávez entendía así el concepto de patria. Concepto que muchos −más acertadamente− han tratado de transformar por Matria, el cual resulta más integrador y certero. No obstante, en aquel momento final, en donde se dirige al pueblo, este Líder extraordinario nos habla desde la subjetividad de las despedidas, desde el dolor de quien intenta decirnos que hizo todo lo posible por construir humanidad, por sembrar en todos nosotros ese sentimiento de fraternidad y avance en colectivo. No lo logró del todo, es cierto, pero ¡vaya que lo intentó, y en ello ofrendó hasta su propia vida!

Es cierto. No, no tenemos patria, ni mucho menos matria… Tenemos un país con una economía rentista que no escapa a los males del capitalismo globalizado, y que para colmo de males posee una dirigencia que ha demostrado una y otra vez su incapacidad y falta de voluntad para enrumbar a la nación hacia una economía verdaderamente socialista.

La primera vez que oí emplear la frase presidencial en forma sarcástica, no niego que sentí dolor. Una bofetada a nuestras esperanzas, sí, pero una bofetada oportuna, de esas que despiertan pueblos y le permiten avanzar. Yo podría contestar, ya respuesta del dolor inicial que me produjo ese sarcasmo −que de algún modo sólo ofende la sensibilidad de quienes soñamos con transformaciones sociales y aprendimos a amar a ese ser humano grandioso que fue el Presidente Chávez, que creyó sinceramente en el concepto de patria y luchó por hacerlo real− que tener Matria es y será siempre para todos una utopía, y que nuestras efímeras vidas nunca abarcarán lo suficiente como para aprehender el tiempo histórico de una humanidad en permanente transformación, una humanidad que encontrará en lo mejor de ella, que es su lucha permanente, nuevas formas de relaciones que permitan la existencia y cabal evolución del género humano en perfecta armonía con la naturaleza.


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