sábado, 9 de agosto de 2008

A escribidores, escritores y revolucionarios

Si algo me merece respeto y consideración en este mundo convulsionado por la acción destructiva del hombre, es el sentido de justicia y de honestidad de un ser humano. Por eso desde muy niña me prendé del concepto que José Martí daba a los niños de libertad, en su maravillosa Edad de Oro. Martí decía: Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresías. En América no se podía ser honrado, ni pensar ni hablar. Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer a leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado.

Toda mi vida he intentado ser una persona honrada y he procurado estar cerca de personas honradas. Por ello aguzo siempre mi capacidad de observación para monitorear, en primer lugar, mis acciones, y luego evaluar las acciones de otros seres humanos. La coherencia entre discurso y acción, es uno de los criterios que se suele emplear en esta evaluación. Qué dices y qué haces. La consistencia de las acciones humanas es, por lo general, un indicador que nos hace acreedores de rechazo o aceptación en determinados grupos humanos, y que nos permite colocar plácidamente nuestras cabezas en las almohadas con la certeza del deber cumplido, o permanecer insomnes.

Todo esto lo traigo a colación en virtud de la absurda polémica suscitada por este medio en relación con las posturas asumidas por el señor Plácido R. Delgado ante las reflexiones de Ernesto Villegas Poljak en su artículo “Entre la Triple A y el Comité de Aplausos”, acusando al periodista de estar “mareado” ante el efecto – celebrado por todo ciudadano consciente – producido por el escrito del conocido periodista, en el cual solicitaba al Presidente, desagravio para el camarógrafo Castro.

En este sentido quiero expresar que lo importante en cualquier confrontación discursiva, es la validez de los argumentos que se esgrimen. No obstante, las aproximaciones teóricas en la actualidad emplean distintos criterios para evaluar esa validez. Algunos la miden de acuerdo a la eficacia, es decir, el efecto que produce en los receptores; otros la vinculan más con la conducta racional de un discurso en el contexto de la superación de un problema, y algunos teóricos - no menos numerosos que los anteriores – la atribuyen al dominio del contexto en el cual se realiza la argumentación.

Los escritos del caramarada Villegas creo que tienen sus mayores soportes en las últimas dos tendencias teóricas, y creo además que nacieron de un sentimiento de libertad que sobrevive aún en el espíritu de ciertos hombres que se resisten a sucumbir al juego politiquero de las conveniencias.

No obstante, hay quienes estructuran discursos pseudo argumentativos bajo la estrategia de la descalificación del oponente, cimentando sus escritos o discursos bajo la perspectiva de la argumentación eficaz y el empleo de técnicas que logren los efectos de aprobación en el público. En nuestro contexto social venezolano opera la lógica de la conveniencia: Si alguien le hace alguna observación al Presidente Chávez – que es el Líder Revolucionario – y yo lo defiendo incondicionalmente, sin analizar los argumentos esgrimidos por quien ejerce la crítica, luego entonces, yo soy Revolucionario. El resto: saltadores de talanquera, traidores.

La estrategia de argumentar descalificando al oponente es una muestra clara de inconsistencia ideológica, y que habla muy mal de quien la ejerce. No obstante, ha sido el ariete de nuestros procesos políticos a lo largo y ancho de toda nuestra historia republicana. De allí su uso frecuente, y para muchos, natural.

Una vez más habría que repetir con Carlos Lanz, que nuestro problema es de índole cultural. En lugar de esforzarnos por contribuir en la organización, consciencia y sentido crítico de las mayorías, queremos “exhibir” dotes particulares como Revolucionarios, ya sea por alguna acción que se ejecuta o ejecutó en tiempos más o menos remotos o por el discurso florido o rimbombante de los cuales se hace gala ante públicos “comprometidos con el proceso de cambio”. Lo importante es el ego. Eso nos enseñó el capitalismo y eso es lo que reproducimos en nuestras prácticas cotidianas y aportaciones orales y escritas.

Camarada Villegas: Comparto con usted el análisis que hace sobre la relación sentimental entre el Presidente y las mayorías que lo apoyamos. De esa afirmación podemos colegir que la secuela sea la existencia de altibajos, de encuentros y desencuentros signados por esa connotación de “frenesí”. Frenesí que un día lleva a las mayorías a idolatrarlo, pero que también puede conducirla a repudiarlo, bajo la misma premisa de seguir irreflexivamente a un líder. Y por supuesto, el rechazo al Presidente Chávez, significará el fin de todas nuestras esperanzas en la construcción de una nación verdaderamente socialista. Sin socialismo del siglo XXI. Sólo socialista, que es igual que decir: justa, libre, próspera e impulsada por hombres y mujeres nuevas.

Por ello creo en la necesidad de convertir esa relación sentimental en una relación de compromiso consciente y crítico, en la cual la opinión pública pueda ser termómetro para que el Presidente evalúe sus aciertos y desaciertos, sin intemperancias ni descalificaciones.

También comparto con el camarada Ernesto su postura en relación con el calificativo de revolucionario. Sólo el análisis de los procesos históricos por los que atraviesan los seres humanos nos permiten formular, bajo acuerdos intersubjetivos, la apreciación de conductas revolucionarias o reaccionarias. Y eso, como muy bien lo sustentó Fidel en la pieza discursiva más extraordinaria de la cual tenga noticia mi intelecto, sólo la historia lo juzgará.

Y en cuanto a la adjetivación de “escribidores” o “escritores” – que se parece mucho a la denominación de “revolucionario” o de “cristiano”... bastará decir que en materia lingüística, nunca dejamos de aprender; y el calificativo de “escritores” es también una condición que no puede otorgarla o negarla una persona o institución en particular. En ese sentido, espero también - con Ernesto Villegas Poljak y nuestro gran Fidel – que la historia nos absuelva.

martieducador@yahoo.com

lunes, 4 de agosto de 2008

Sobre errores,desagravios y el principio de cortesía verbal

Nunca olvido – por oportuna – la frase de un compañero cubano que nos acompañó inicialmente en la implementación del Programa Nacional de Formación de Educadores de la Misión Sucre. Repetía el camarada muy certeramente: Dirigir es establecer compromisos y ceder espacios.

Y ese es, precisamente, el drama de nuestro Presidente: Quienes lo rodean no quieren o pueden asumir compromisos, y a él le cuesta ceder espacios. Una y otra circunstancia parecieran complementarse de manera fatídica e ir desgastando el eje de un proceso que descansa, para bien y para mal, en sus hombros.

Como trabajadora y como activista en las luchas por las reivindicaciones populares, no puedo menos que sumarme a las voces que condenaron sus comentarios en relación con los beneficios contractuales del personal del VTV, no porque ellos no hubiesen surgido de una crítica certera, como muy oportunamente lo demostrara el camarada Ernesto Villegas Poljak en su artículo “Desagravio a un camarógrafo”, publicado por Aporrea el 31/07/08, sino por la falta de cortesía verbal que suele revelar el discurso presidencial, con un coste mayor cuando hiere la suceptibilidad del pueblo.

En el complejo laberinto de la comunicación, resulta oportuno tomar en consideración las últimas aportaciones en materia lingüística que nos hablan de la necesidad de emplear la cortesía verbal como un instrumento de tratamiento de posibles roces en la interacción social, para conservar la imagen positiva del líder. Ello nos llevará a hacer permanente monitoreo de lo que decimos y lo que dejamos de decir, de la validez, relevancia y modo de cada una de nuestras contribuciones verbales, si es que en algo valoramos todos los alcances de este proceso histórico, por pequeños o grandes que nos parezcan, y que hoy podemos disfrutar.

Sin embargo, y volviendo al tema que nos ocupa, convendría referirnos en primer lugar, a la primera circunstancia, la que tiene que ver con la asunción de compromisos y la escasez de funcionarios que estén dispuestos a asumirlos en forma honesta y eficiente. Y en este sentido, también el compromiso central apunta hacia la figura presidencial, quien sin duda es el responsable del nombramiento de los principales gerentes ministeriales. No obstante, es obvio que en nuestro país, muy pocos quieren asumir voluntariamente responsabilidades que tienen que ver simplemente con sus más elementales derechos ciudadanos. Y al que piense lo contrario, simplemente evalúe la participación comunitaria en los consejos comunales o en una humilde junta de condominio.

La enajenación laboral en la que vive el ciudadano promedio, lo hace percibir cualquier actividad que emprenda en términos de beneficios individuales. El “cuanto hay pa’ eso” no ha dejado de ventilarse en todos los lugares públicos de nuestra extensa geografía. Y por supuesto, la gran mayoría de nosotros, no percibe “trabajo voluntario” de altos funcionarios públicos que no hacen vida común con el pueblo, y que no se esmeran por acercarse a los distintos escenarios que coordinan, para evaluar el impacto de sus decisiones cotidianas.

¿Quién duda que el Presidente Hugo Chávez Frías es la principal referencia moral de lucha consciente y desinteresada? Si bien esa es una condición necesaria para ejercer la crítica, no es condición suficiente para asumirla en forma descarnada en contra de uno de los estamentos sociales más vulnerables de la población venezolana. En contraste, la mayoría de los funcionarios que acompañan y acompañaron la gestión presidencial, no sólo han hecho gala de una desvinculación total con la realidad social, sino que disfrutan de inmensas prebendas a pesar de sus desaciertos e inconsistencias ideológicas. En este sentido, tampoco el gobierno nacional ha enviado las señales adecuadas para combatir estos males sociales y evitar la impunidad.

El Presidente, en su afán por ser no sólo el jefe de Estado de un país convulsionado por las apetencias del imperialismo norteamericano, ha intentado convertirse también en el principal comunicador de nuestro país. Quiere hablar y opinar sobre todo, sin que medie para ello una investigación seria en torno a la cantidad, calidad, modo o pertinencia de lo que dice. Y aunque eso no suele afectar negativamente a seguidores fanatizados; sus errores configuran, para el ciudadano promedio, matrices de opinión que pudieran convertirse en bolas de nieve que catapulten (“por ahora” y quizás por una centuria más) las esperanzas de consolidación de verdaderos procesos revolucionarios en nuestra nación y en el resto de América Latina.

Creo que es importante hacernos conscientes de las características del proceso histórico que vivimos. Nuestra realidad política actual descansa en la figura de un hombre, el Presidente, quien tiene en sus manos la ingente responsabilidad de evaluar permanentemente todo cuanto dice y hace. Celebro, por tanto, que muchas voces se alcen – en forma equilibrada y responsable – para requerir del líder ponderación. Celebro también que en esta oportunidad las haya escuchado y haya admitido su error, cuando personalizó en el camarada Castro su descontento por los acuerdos contractuales aprobados por VTV.

Es importante sí, que el resto, es decir, todos aquellos que decimos acompañarlo en los procesos de luchas populares, intentemos imprimirle nuevos matices a este proceso. Y esto sólo será posible a través de la formación de verdaderos equipos de trabajo y de lucha organizada. Difícil tarea también la nuestra, embriagados como estamos de consumo, egoísmo e individualismo. De allí la importancia de espacios de opinión, tan abiertos e impactantes como Aporrea. Creo que Aporrea ha venido convirtiéndose en una referencia importante para medir la aprobación o desaprobación de ciertos procederes gubernamentales. Incluso admitiendo que muchos de los que aquí escriben sean opositores disfrazados de críticos afectos al chavismo. Sus opiniones también son importantes, y en ocasiones, certeras. Este proceso, como muy bien lo han dicho infinidad de “escribidores”, “escribientes” y “escritores”... necesita el látigo de la crítica para ser verdaderamente revolucionario. Y por supuesto, necesita el oído atento y humilde de los hombres y mujeres sujetas a la crítica.

¡Qué importante sería también – como muy bien nos lo apuntaba aquel hermano cubano – que aprendiéramos el arte de “dirigir”, cediendo espacios a personas cuyo discurso sea consecuente con sus actuaciones! Es falso que no existan. Lo que sí es muy probable es que no se encuentren dentro de las clases tradicionalmente privilegiadas de nuestro país.

miércoles, 2 de julio de 2008

El carácter epistémico del diseño del PNFE

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR
INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
SUBPROGRAMA DE MAESTRÍA EN LECTURA Y ESCRITURA
SEMINARIO ENSEÑANZA DE LA LENGUA


EL CARÁCTER EPISTÉMICO DE LA ESCRITURA COMO SOPORTE DE LA PROPUESTA ORIGINAL DEL PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN DE EDUCADORES DE LA MISIÓN SUCRE


Autora: Gladys Emilia Guevara
Profesora: Norma González de Zambrano
Fecha: Junio, 2008

RESUMEN

Este estudio se constituye no sólo en una aproximación a un nuevo enfoque curricular en la formación de educadores, sino también en una invitación a la reflexión en torno al alcance pedagógico de la actividad escritural. Empleando el análisis de contenido como técnica de estudio y la Teoría del Texto sustentada por Padrón (1994) como fundamento teórico y conceptual, la investigación categoriza los componentes pragmáticos, semánticos y sintácticos contenidos en algunas secciones del texto Don Simón Rodríguez de paso por la Misión Sucre, del sociólogo Eduardo Leal Chacón, con el propósito de destacar la función que éste otorga a la escritura como instrumento de desarrollo y autonomía cognitiva. Después del análisis de unidades de cada componente, se evidencia el carácter fundacional de la propuesta y la promoción de una concepción dialógica-discursiva del aprendizaje con fundamento en la función epistémica de la producción escrita; aspectos que cobran vital importancia a la luz de las nuevas aportaciones que la lengua ofrece en materia de formación de educadores.

Descriptores: Enfoque curricular, formación de educadores, teoría del texto, función epistémica, autonomía cognitiva, concepción dialógica-discursiva.

El carácter epistémico de la escritura como soporte de la propuesta original del Programa Nacional de Formación de Educadores de la Misión Sucre


Introducción

La historia del Sistema Educativo en los países de Nuestra América, así como la de los distintos diseños curriculares implementados, no escapa al fenómeno colonialista y neocolonial que aún empaña, no sólo la organización misma de las estructuras institucionales, sino incluso el interés por las situaciones que se investigan, omitiendo flagrantemente las distintas realidades que emergen del proceso de configuración socio cultural de estos pueblos, y que se constituyen en factores que impiden o dificultan el despliegue de las habilidades intelectivas de cualquier grupo humano, en la medida en que se las desconoce o no se les otorga la debida importancia.

Venezuela no escapa a esta realidad; y es así como desde 1824, y por iniciativa del mismo Simón Bolívar, se intenta reproducir en nuestro país, una propuesta de enseñanza bajo el enfoque lancasteriano, la cual resultó infructuosa no sólo por las condiciones socioeconómicas en las que intentaban implementarse, sino también – y fundamentalmente – por la insistencia del pensamiento colonialista heredado, al ofrecer respuestas europeas a situaciones y realidades totalmente inéditas. No estaban dadas las condiciones como para que la voz auténtica y profunda de un maestro de primeras letras, como lo fue Simón Rodríguez, pudiera ser comprendida en su exacta dimensión y alcance.

En la historia de la formación de maestros, por ejemplo, la experiencia de la escuela normal surgió en Europa bajo la concepción del Estado como ente responsable de la formación de sus ciudadanos, y por ende, como rector de programas homologadores de un conjunto de conocimientos institucionalizados.

En Venezuela, este concepto entró en vigencia a partir del Decreto de Educación Pública, Gratuita y Obligatoria del 27 de junio de 1870, durante el período presidencial de Guzmán Blanco. Al respecto, Peñalver (2007) refiere que durante este gobiermo surgió la figura del institutor, persona que tenía a su cargo las escuelas primarias. Durante ese período histórico, bachilleres en Ciencias Filosóficas fueron enviados a Estados Unidos para estudiar pedagogía y regresaron para crear en el país las escuelas normales.

Unida a esta iniciativa, en 1936, fue creada una Escuela Normal Superior – el Instituto Pedagógico Nacional – nacido como institución rectora de la formación de educadores para la enseñanza de la escuela primaria y secundaria. Con el transcurrir del tiempo irían emergiendo instituciones, que de un modo u otro, replicaban este tipo de formación y mostraban una franca preocupación por ofrecer respuestas a los problemas educativos del país. Y fue precisamente argumentando el interés por “profesionalizar” la labor docente, cuando a finales de los años ochenta comenzaron a eliminarse las escuelas normales, y la formación del magisterio quedó bajo responsabilidad de las universidades.

No obstante, la concepción curricular según la cual todo conocimiento debía engrosar un conjunto de contenidos disciplinarios, aún encuentra sustentación en los distintos diseños implementados por los centros universitarios, los cuales lejos de resolver contradicciones educativas, han contribuido a profundizarlas, con la circunstancia atenuante de que tal vez cada día comienza a surgir dentro de estos espacios, una mayor conciencia de esta realidad.

En el 2003, el Estado venezolano se planteó el reto de luchar contra la exclusión social en el terreno de la Educación Superior, y en virtud de la amplia demanda en el área educativa – más de veinticuatro mil bachilleres manifestaron su deseo de formarse como educadores - lanzó como primer programa, el Programa Nacional de Formación de Educadores. Para atender esta amplia demanda, la Fundación Misión Sucre, promovía dentro de sus programas, la asunción de un curriculum no prescriptivo que aseguraba un proceso de investigación permanente el cual permitía su desarrollo, flexibilización y contextualización. Se planteaba así el concepto de municipalización de la educación, no sólo entendido desde un espacio de focalización territorial, sino también como una estrategia para alcanzar pertinencia socio cultural, cognitiva y cognoscitiva de los estudiantes en formación.

Este diseño originario del PNFE fue elaborado por el sociólogo Eduardo Leal Chacón, y tuvo una efímera y accidentada implementación desde junio de 2004 hasta agosto de 2005, fecha en la cual este programa quedó adscrito a la Universidad Bolivariana de Venezuela, bajo un nuevo diseño curricular que incorporó nuevamente la noción de asignaturas y abandonó la propuesta inicial de avance formativo a través de la elaboración de proyectos de aprendizajes, y la comunicación de sus resultados como parte de un proceso de investigación educativa municipalizado.

Tomando en consideración el carácter innovador de la propuesta - inicialmente respaldada por el Ministerio de Educación Superior - y la necesidad de construir nuevos caminos que desestanquen el estado actual de la materia, la presente investigación tiene como objetivo, el estudio crítico de algunos aspectos clave del diseño curricular originario del PNFE, con el propósito fundamental de identificar la importancia que este programa de formación otorgaba al proceso de escritura en la configuración metodológica y pedagógica de su puesta en ejecución.

El Análisis de Contenido como herramienta metodológica para el estudio del diseño curricular originario del PNFE.

Para el desarrollo del presente estudio se emplea el análisis de contenido en el abordaje del diseño curricular del PNFE, en virtud de que esta técnica metodológica permite realizar un conjunto de procedimientos interpretativos que se inicia con la selección de ciertos contenidos expresados en la propuesta curricular, y permite la identificación de las categorías, la ubicación de las unidades de análisis, y finalmente, la formulación, procesamiento e interpretación de datos relevantes en relación con el contexto de producción. En este sentido, se considera el Análisis de Contenido propuesto por van Dijk (1984), el cual plantea la existencia de dos niveles estructurales de los textos: microestructural u oracional y macroestructural o textual.

El presente estudio fundamenta su investigación en el libro Don Simón Rodríguez de paso por la Misión Sucre, escrito por el mismo Leal Chacón (2006) y publicado un año después de que la propuesta fuese sustituida por un diseño organizado a través de asignaturas. De este texto interesa – específicamente - los aspectos referidos a los componentes del diseño académico y curricular, así como los recursos metodológicos para la orientación de la acción, reflexión y la sistematización del PNFE. No obstante, para efectos de la descripción del componente contextual, se recurre a reseñar las orientaciones conceptuales, filosóficas y políticas que presenta el texto.


Las claves esenciales de un diseño al trasluz de la Teoría del Texto

Este estudio entiende el término texto a partir de los criterios de Padrón (1996), como el producto de una interacción en la cual tienen lugar un conjunto de relaciones pragmáticas, semánticas, sintácticas y físicas o de medio de transmisión. Interesa al presente estudio, la descripción de los tres primeros.

Según este mismo autor, los datos del componente pragmático describen las relaciones contextuales que se imponen en la interacción comunicativa, y se subcategorizan en datos situacionales, presuposicionales e intencionales.

En los datos situacionales del diseño, se mencionan un conjunto de documentos y circunstancias del acontecer nacional que sirven como marco referencial: cambios políticos generados por la aprobación de un nuevo marco constitucional, Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación y el surgimiento de la Misión Sucre como un Plan Extraordinario de carácter estratégico para facilitar la incorporación y la prosecución de estudios en la Educación Superior.

El marco epistémico del programa, por su parte, se expresa en la perspectiva sociológica que asume el diseño, la cual propicia la concepción de un aprendizaje fundamentado en la construcción y reconstrucción de la realidad que rodea al individuo en formación, y se opone a la forma tradicional de planes de estudios con asignaturas preestablecidas.

Y finalmente, los datos intencionales factorizados en una intención principal y las intenciones menores, que van Dijk (1984) denomina como microactos. (Ver diagrama 1) y que Padrón (ob. cit.) llama mesoactos, por considerar que tal cadena constituye un nivel intermedio que a su vez puede contar con varios subniveles, que el mismo autor prefiere llamar actos, estableciendo según su punto de vista, una correspondencia con los aportes que en este sentido han elaborado Austin, Anscombe, Searle y otros. (p. 96)

El nivel semántico aporta, según la Teoría del Texto enunciada por Padrón (ob. cit.), las interrrelaciones de modelación/interpretación que ocurren en el marco de las representaciones que los participantes poseen sobre el mundo. En el material sometido a estudio, el nivel semántico se constituye, por una parte, a partir de los macroactos enunciados por el diseñador de la propuesta, cuya finalidad es la de modelar la conducta de los aprendices, y que se realizan a través de estructuras más específicas que abarcan el nivel oracional. Por otra parte, los receptores de la propuesta – en este caso, los aprendices – se ocupan de interpretar esta modelación, a través de las llamadas redes semánticas, cuya estructura se conforma en sentido inverso a la propuesta para el emisor, es decir, a partir de la interrelación de significados del nivel oracional, la identificación de actos intermedios o mesoactos, y la interpretación del macroacto principal y los macroactos secundarios.

En la revisión de los macroactos principales del material seleccionado del diseño original del PNFE, se encuentran los siguientes macroactos:

§ Convencer del carácter fundacional de la propuesta.
§ Fundamentar la concepción dialógica del aprendizaje.
§ Demostrar el valor epistémico de la escritura.

También para cada uno de ellos se señalan actos intermedios y actos específicos. (Ver gráfico 2)
El componente sintáctico da razón, según la perspectiva de Padrón (ob cit), de una explicación de las interrelaciones que ocurren en razón de los procesos de encodificación y descodificación inherentes a un sistema de signos.(p.98). Del mismo modo que los otros componentes, también en este nivel se consideran niveles de amplitud decrecientes que van desde lo “macro” hasta lo “micro”.

El sistema lingüístico general se encuentra configurado por el texto académico, y en este intervienen el sublenguaje verbal y el gráfico-diagramático.

Dentro del primer sublenguaje, el material sujeto a estudio está constituido por las secciones: 1. Grandes componentes del diseño académico y curricular del Programa Nacional de Formación de Educadores y aspectos generales de su construcción, 3. Orientaciones conceptuales, filosóficas y políticas del Programa Nacional de Formación de Educadores y 6. Recursos metodológicos para orientar la acción, la reflexión y la sistematización en el Programa Nacional de Formación de Educadores. A su vez, cada sección está organizada por apartados subtítulados que desarrollan su contenido.

El texto viene acompañado por un sublenguaje gráfico-diagramático que se cohesiona con el anterior y le proporciona las pautas para su desarrollo, en la medida en que permite la visualización y comprensión de información abstracta.


Análisis de resultados y conclusiones

Una vez sistematizado el conjunto de informaciones focalizadas en el texto sujeto a estudio, se procede a analizar la información relevante con la finalidad de identificar si en ella existe la proyección de un diseño construido a partir de un enfoque didáctico de contenido. Según Cassany, Luna y Sanz ( 2001), el enfoque de contenido considera que la lengua escrita es un instrumento de carácter epistémico que puede emplearse para aprender en otras asignaturas, en la medida en que permite que el individuo reflexione sobre un tema y se facilite su aprendizaje.

En este mismo orden de ideas, es importante destacar que el diseño del PNFE no sólo concibe la escritura como un potente instrumento de aprendizaje, sino que le confiere el valor de estrategia central, a través de los procesos de sistematización de experiencias, construcción de proyectos de aprendizaje y comunicación de sus resultados. De esta manera, la observación, sistematización, indagación, formulación de hipótesis y resolución de problemas, propuestas en el diseño, confieren al educador en formación un desarrollo cognoscitivo integral y con pertinencia socio cultural. Se intenta, de esta forma, no sólo atribuirle sentido a la labor educativa, sino también conferirle sentido a la vida misma del individuo, quien desde el inicio del programa se ve conminado a realizar una producción escrita que dé cuenta de su proyecto personal como estudiante en formación.

Así mismo, en el ordenamiento de las construcciones discursivas de las tres secciones seleccionadas del diseño del PNFE, se evidencian estructuras que dan razón de una perspectiva innovadora que parte de la recuperación del carácter fundacional de la educación, que según Braslavsky (1999), es una condición indispensable para el éxito de cualquier diseño de programa de formación de educadores.

Por otra parte y del estudio de enunciados del texto, se evidencia que no se trata, de “escribir a través del curriculum”, desde la perspectiva norteamericana del enfoque de contenido, sino de construir el curriculum. Por ello y a partir del análisis discursivo, es claro que el autor no sólo declara sus intenciones innovadoras, sino que también transmite información adecuada a este fin.
En relación con el carácter dialógico de las actividades propuestas por este diseño, los intercambios cognoscitivos que se promueven entre los distintos participantes, emplean la sistematización como herramienta de origen popular, en su doble dimensión de ordenamiento de la realidad y reflexión sobre ella. Este enfoque permite, sin duda alguna, abordar el hecho lingüístico desde su perspectiva dialógica –discursiva y reafirmar el valor epistémico de la producción escrita como proceso de formación progresiva de autonomía cognitiva y cognoscitiva del estudiante.

Finalmente, la propuesta de construcción de proyectos de aprendizaje, fundamentada en la resolución de problemas, es el desafío escritural de un programa que intenta promover la formación de un educador que investiga y se problematiza la realidad, y que es capaz de proporcionarse la información y los recursos necesarios para ofrecer respuestas pertinentes y adecuadas a su espacio socio-cultural.


Recomendaciones

La pregunta de cómo formar a los educadores en este siglo que avanza por caminos de vertiginosos avances tecnológicos y permanentes aportes al conocimiento, aún permanece en suspenso. Leal Chacón (2004) ofrece una alternativa valiente y temeraria que intenta transformar los elementos más coyunturales, y para ello selecciona como principal herramienta de avance cognitivo, la escritura. Por consiguiente, es preciso asumir la lectura del diseño del PNFE como parte del debate necesario que debe abrirse sobre el tema de la formación de educadores, y en este mismo orden de ideas, considerar el impacto que las nuevas perspectivas de aprendizaje de la lectura y la escritura pudieran tener en la configuración de nuevos diseños que logren adecuar la formación de los educadores con las prácticas pedagógicas que ellos mismos mediarán en cada uno de los escenarios de la geografía nacional.

Un educador o una educadora alfabetizados académicamente, y que asumen el lenguaje escrito como una forma de construir y recontruir su espacio vital, son los principales puntales que podrían sostiener el vasto edificio del conocimiento.


Referencias

Cassany, Luna y Sanz. (2001) Enseñar lengua. Barcelona: Graó.

Braslavsky, C. (1999). Bases, orientaciones y criterios para el diseño de programas de formación de profesores. Revista Iberomericana de Educación, 19, p. 120-136

Leal Chacón, E. (2006) Don Simón ´Rodríguez de paso por la Misión Sucre. Caracas: Fordes

Sánchez Carreño, J. Contexto hitórico de la formación docente a nivel medio en Venezuela (1958-1981). Sus implicaciones actuales. TF. [online]. mar. 2003, vol.21, no.81 [citado 15 Junio 2008], p.27-35. Disponible en: . ISSN 0798-2968.

Padrón, J. (1996). Análisis del discurso e Investigación Social. Caracas: Publicaciones del Decanato de Postgrado de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez.


Van Dijk, T. (1984). Texto y Contexto. Madrid: Cátedra.