domingo, 3 de marzo de 2013

Los alacranes de la política y la salud presidencial


En ocasiones uno lamenta la propensión a formular continuas analogías con base en las peores disfunciones de los seres humanos, para compararlas con ciertas características inherentes a la naturaleza de determinada especie animal. Así suele decirse por ejemplo que los militares que ascienden al poder y ejercen dictaduras, son gorilas; que las mujeres que actúan en forma perversa e insidiosa, son serpientes; o se le llama rebaño de ovejas a las masas hipnotizadas y doblegadas por la autoridad…

Estas comparaciones que descansan sobre figuras discursivas alegóricas, resultan siempre peyorativas para los animales, quienes desprovistos del lenguaje articulado, y en consecuencia, del desarrollo de una consciencia compleja, quedan estigmatizados con unos males que surgen del ejercicio de los vicios y prácticas enajenadas de las sociedades humanas.

El Gral. Müller Rojas, por ejemplo, condenó a las ciento tres especies de alacranes que pueden encontrarse en Venezuela –la mayoría de las cuales no representan ningún peligro­− a espiar las culpas de un tipo de ser humano que comenzó a surgir en los distintos períodos republicanos de nuestra historia, a la sombra de un poder que le era conferido con aparente legalidad; pero que en virtud de la inexistencia de mecanismos eficaces de control y evaluación, actuaba sin legitimidad alguna.

Una omisión con doscientos años de historia −un "equívoco bicentenario"− hizo crecer el nepotismo, la corrupción, el clientelismo, el tráfico de influencia, los chantajes, acosos laborales de carácter sexual… hasta magnitudes de carácter endémico dentro del ámbito de la administración pública, y en consecuencia, dentro de las prácticas de esas organizaciones que surgieron más tarde −supuestamente con el objetivo de delinear estrategias adecuadas de toma y ejercicio del poder− como lo son los partidos políticos.

Atribulado ante ese duro tránsito por la función pública, y más tarde por la militancia al frente de la vicepresidencia del PSUV, el compañero Müller Rojas reveló públicamente la existencia de un burocratismo público depredador vinculado con la empresa privada, así como de unos intereses grupales opuestos a cambios verdaderamente revolucionarios, funcionarios acostumbrados a actuar a través de la legalidad de la democracia representativa para la concesión de prebendas personales. Los bautizó como "nido de alacranes", mientras explicó el poder que tenían para aislar al Presidente Chávez alrededor de un "círculo de hierro" que le cortaba al Jefe de Estado su relación directa con la sociedad, y más específicamente, con el pueblo humilde más propenso a sufrir las veleidades producidas por las disfunciones del "sistema".

Señalaba el dirigente la existencia de por lo menos tres nidos: uno frente a una mafia banquera financiera, la cual fue tiempo después desarticulada por el mismo Presidente Chávez después de un "Aló Presidente" transmitido desde el sector El Maizal; otra al frente de grupos de poder vinculados al sector religioso evangélico, que muchos señalan pero nadie hasta ahora ha logrado detener, y una tercera –no menos importante e inexorable− al frente de los llamados funcionarios "incondicionales" y "leales" al Presidente Chávez.

Ya se cumplen casi tres años de la advertencia: "Chávez está sentado en un nido de alacranes". No sólo los catorce años en el poder no nos han servido para impulsar una economía no dependiente de la renta petrolera, sino que han profundizado el mal consolidando una nueva élite empresarial que efectivamente y tal como la señalara Müller, medra impunemente del tesoro público.

Y uno se pregunta: ¿Qué ha ocurrido con esos dos nidos de alacranes de la política que no lograron ser rotos por el Presidente Chávez? ¿Quiénes son y dónde están? ¿Siguen formando parte del grupo de los "leales" e  "incondicionales" del Presidente Chávez? ¿Qué relación tiene esa especie humana corrupta con la falta de funcionamiento de proyectos socioproductivos que se anunciaban como la panacea del socialismo venezolano, y las medidas antipopulares que se han venido tomando en materia financiera?

Pero por sobre todo –y hacia allá va el propósito fundamental de nuestra reflexión, por mucho que esta pueda herir las susceptibilidades de todos aquellos que han optado por endiosar e idealizar irreflexivamente la figura presidencial perdiendo de vista su condición humana, y en consecuencia, sus limitaciones físicas, sus errores y contradicciones propias− uno se pregunta cómo puede éste con una salud tan precaria resistir el embate de estos mismos alacranes, en uso aún de su ponzoñoso poder, consolidado por la impunidad.

Y creo que la pregunta no sólo es válida y pertinente, sino que reclama de todos nosotros un ejercicio responsable, que parte desde la racional y justa administración de afectos, en la medida en que si en realidad decimos que queremos y valoramos el esfuerzo ingente hecho por el Presidente Chávez en aras de impulsar un proyecto histórico de carácter nacional y continental, debemos entender que su salud limitará su desempeño, y su desempeño le exigirá –lo sabemos todos− esfuerzos que lejos de contribuir con su restablecimiento, podrían deteriorar una vez más su estado físico.

Y por otra parte, después de evaluar la conveniencia personal y colectiva de un gobierno desplegado bajo la imagen de Chávez, pero sin Chávez; o con un Chávez que se incorpora a duras penas al escenario político, en un último esfuerzo de arder como el leño para ofrecer los últimos destellos de luz y sensación de calor, debemos sopesar nuestra propia conducta como supuestos protagonistas en el desarrollo de un poder popular cada día más real y fortalecido. Debemos evaluar cuánto hemos andado en el camino de formación de colectivos sociales con estrategias de poder claras y al margen de dádivas oficialistas, cuánto en la articulación de equipos de trabajo popular que en forma categórica rechacen una incorporación en el poder a modo de nuevos operadores de instituciones hechas para la corrupción. Sólo entonces podremos conocer el saldo de estos catorce años de aparente "taima", y las perspectivas de avance que podemos tener en cualquiera de los escenarios políticos que se presenten en Venezuela.

Y aunque no dudo de la honestidad del Presidente Chávez para evaluar sus posibilidades reales y efectivas de asumir nuevamente el duro timón de la nave, creo que la respuesta de conducción ya no le corresponde, en la medida en que él sentó las bases para que seamos nosotros mismos los que dictemos las pautas de esa dirección. Le corresponde entonces a él ahora confiar en su obra y en los hombres y en las mujeres que al margen de prebendas y privilegios, están en la disposición de seguir avanzando en la construcción de una economía productiva y real, que permita ciertamente en un mediano plazo ufanarnos de soberanía y desarrollo, sin que paradójicamente tengamos que vernos en las vergonzosas circunstancias de recurrir a medidas monetaristas o fiscalistas incapaces de dar respuesta al problema de una economía monoproductora, así como al persistente problema de cohabitación y consolidación de verdaderas mafias empresariales burócrático-corporativas que desde el seno mismo del Estado, configuran el mayor nido de alacranes del que se tenga noticia en esta última década de gobierno chavista.

Pronto se cumplirá un año más de la desaparición física del General Müller Rojas, quien se despidió de nosotros ofreciéndonos algunas advertencias y un sano ejercicio de reflexión crítica que no debemos olvidar. Estos alacranes humanos no son comunidades naturales que obedecen a un equilibrio biótico como ocurre en los ecosistemas de estos arácnidos, mayormente inofensivos como ya apuntábamos; estos depredadores de la administración pública socavan lo más sagrado del pueblo, que es su dignidad, y terminan por exterminar, en plazos cada vez más perentorios, con la paciencia del pueblo venezolano.

Espero que con esta última no se pierda definitivamente la fe y la confianza en lo mejor del ser humano, que no es otra cosa que la búsqueda incesante por encontrar formas de gobierno soberanas, justas y eficientes.

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