miércoles, 17 de septiembre de 2014

El día en que Chomsky saltó la talanquera (Cuando entre conspiraciones y sacudones te veas...)


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"El tema no es si es que logramos el Anarquismo hoy, mañana, o en diez siglos más, sino que caminemos hacia el Anarquismo hoy, mañana, y siempre..."
Errico Malatesta

por Gladys Guevara

Para nadie es un secreto ya, en esta dolorosa antesala del siglo veintiuno, el modus operandi de quienes quieren hacerse del poder; ubicados en eso que llaman izquierda o derecha, y amparados supuestamente los primeros por la legitimidad de las luchas de los más desposeídos.

Mientras que del pensamiento y las actuaciones de personajes que se ubican en la perspectiva de la llamada “derecha” -aquellos que históricamente han defendido el capital y su lógica maquiavélica- todo se ha dicho, y ningún cuestionamiento que sobre estos se haga, puede cambiar el curso, en ocasiones autómata, de sus distintos operadores en el mundo; urge destrabar la polémica en torno a qué se entiende por “izquierda”, y cuáles son sus manifestaciones más características, dentro del escenario histórico mundial.

La izquierda siempre estuvo asociada a un sentimiento de rebeldía, a un descontento con el orden vigente, y a una necesidad de alcanzar justicia social a través de un orden político fundamentado en unas relaciones de producción e intercambio que hicieran posible la equidad, la solidaridad, el respeto; y en líneas generales, la dignidad humana.

Pensar como un individuo ubicado en esa llamada “izquierda” era, en consecuencia, sinónimo de permanente controversia. Dentro de las actuaciones de estos grupos humanos, se polemizaba sobre las mismas formas en las cuales se abordaba la realidad, se desenmascaraba la religión y sus instituciones, en la medida en que estas representaciones sociales impedían la autonomía real del hombre en la superación de sus propios problemas, y favorecía el control de unos privilegiados sobre las mayorías indefensas.

En este sentido, si algo ha de mostrarnos los avances científicos en el estudio del pensamiento, es la presencia de disfunciones que imposibilitan o hacen difícil su cabal desarrollo. Dentro de estas disfunciones destacan el externalismo, la centración, el egoísmo, la monocausalidad, la impulsividad, las deficiencias verbales, el pensamiento anecdótico, el pensamiento binario...

Todas son sintomáticas en la producción de reflexiones débiles o sesgadas. No obstante, una de las que más daños ha cobrado a la humanidad, tiene que ver con el pensamiento binario y el tratamiento maniqueísta de la realidad.

Profundizar en todos los escenarios de la vida humana sobre las trampas que nos juega el pensamiento, es tarea para la discusión franca y horizontal De allí que ese conocimiento no sea suficientemente divulgado, ni se convierta en materia pendiente de aplicaciones tecnológicas de carácter pedagógico: mientras más elemental la reflexión de un individuo, este está más expuesto a mayores posibilidades de manipulación. Condición ideal para que “izquierdas” y “derechas” sigan desangrando a una población mayoritaria, depauperada no sólo materialmente, sino también víctima de una precaria y perversa escolarización que consolida sus traumas lingüísticos y sus disfunciones cognitivas.

De allí el caudal ingente de potenciales víctimas del sistema capitalista, los cuales se erigen en sus reproductores, y en ocasiones, defensores más acérrimos, aunque digan ubicarse del lado de las “izquierdas”, o se autodenominen “bolivarianos” o “chavistas”, asumiendo una peligrosa dimensión nacionalista o personalista, que no es más que expresión del fenómeno de centración en el individuo que dice profesarla.

Chomsky, al parecer elaboró unas sentencias bastante prácticas sobre este tema, alertando sobre el peligro del fenómeno de la manipulación. (Hay quienes cuestionan la autoría del escrito). La lectura contextualizada de ese texto en la Venezuela actual, arroja luces no sólo sobre la actuación de las llamadas derechas en el poder durante la denominada iv república, sino también sobre esa parte de las “izquierdas” que asumen el poder para ejercerlo verticalmente, aunque empleen en su retórica la premisa de nuestros hermanos zapatistas del “mandar obedeciendo”.

En líneas generales, este texto atribuido por las redes a Chomsky, no demerita su talento, y nos describe diez estrategias mediáticas empleadas por quienes asumen el poder de forma jerárquica, para perpetuarse en él , ejercer control social y justificar “las naturales contradicciones del proceso”.

Menciona en primera instancia la estrategia de la distracción, que consiste en desviar la atención de las mayorías sobre los problemas verdaderamente importantes. En la iv república se expresaba a través de vírgenes que lloraban, avistamiento de seres de otros mundos, la presencia del chupacabras... mientras la población más vulnerable era víctima de sucesivos “paquetazos”. En la v república: en la pugnacidad politiquera de personajes de farándula, en la conversión de la figura de Chávez de sentimiento nacional (activado sobre el origen y la lucha de clases) a sentimiento religioso (generado por el pensamiento binario), mientras continúa sin parar la carestía, las corruptelas y la criminalización de la protesta...

La segunda estrategia consiste en crear problemas y aparentar soluciones. Típica técnica de toda sociedad que apuesta al consumismo, y que se hace vulnerable a permanente sensación de inseguridad. En consecuencia, todo posee un costo que inevitablemente hay que asumir, y es la gente quien entonces demanda el “servicio”. Los gobiernos venezolanos -exceptuando quizás gran parte del período presidencial de Hugo Chávez- creaban crisis económicas (“guerra económica, la llama la retórica de la quinta república) para conculcar los derechos sociales de la población, en nombre de la “austeridad” cuartorrepublicana, y en favor de la “fidelidad con el legado del Comandante Eterno” de acuerdo a la lógica discursiva de la v república.

La tercera estrategia es la de la gradualidad: se generan sostenidamente y a largo plazo condiciones que reclaman la aplicación de prácticas que serían inaceptables en condiciones normales. Se hace habitual lo irregular, en virtud de una aparente situación de crisis que siempre tiene una causa externa, y nunca es responsabilidad de los operadores gubernamentales. Bajo esta lógica se impuso en Venezuela y en el mundo entero condiciones socio-económicas propias del neoliberalismo, y en forma reciente, se naturalizó y banalizó el desabastecimiento y se criminalizó las compras nerviosas y las colas. “Hay gente que vive de hacer colas”, “Los culpables del desabastecimiento son quienes hacen compras nerviosas” “El bachaqueo está desangrando la nación”... El culpable según estas sentencia, siempre anda descalzo.

La cuarta, quinta y sexta estrategia tiene que ver con: las prácticas de diferimiento de decisiones impopulares, las cuales permiten hacer permeable la consciencia del pobre para que termine aceptando el apremio y necesidad de la medida, (caso del desabastecimiento y el correlativo aumento de precios, o la diferida medida de aumento de la gasolina y sus efectos agravantes del fenómeno inflacionario); la arenga politiquera paternalista que irrespeta la inteligencia de las mayorías y se erige en “guardián” o “defensor” de sus intereses, mientras pacta con las oligarquías para seguir profundizando sus miserias; y el empleo de lo emotivo como mecanismo de pseudo argumentación, en donde el chavismo se ha ganado el primer lugar en aquello que Chomsky llama un “cortocircuito” del pensamiento racional.

También en la séptima, octava y novena estrategia el gobierno chavista se anotó un nocaut: mantener a las personas en la ignorancia y/o mediocridad, a través de una formación escolar masificada, de la cual no hay que quejarse o ejercer cuestionamiento, porque es “gratis” y jamás o difícilmente el pobre (a no ser el bien amaestrado por el sistema) podía soñar con pisar las (j)aulas de la Universidad Simón Bolívar o de la Universidad Central, (situación por cierto, que tampoco ocurrió porque esos lugares siempre se reservaron mayoritariamente para las llamadas clases medias); fomentar y reforzar la autoculpabilidad, para que siempre se creyera que el pueblo nunca había estado a la altura de las circunstancias, nunca valoró suficientemente al Líder máximo, y el supuesto “legado” que éste le dejó...

Y por último, proclamar, no que conocen mejor al pueblo de lo que ellos mismos se conocen, sino que los gobernantes SON el pueblo. Por eso los venezolanos exhibimos entre nuestros tesoros incomensurables a un Líder Eterno que no muere jamás y que te espeta con la mirada, en cada edificio de las metrópolis venezolanas, al igual que el símbolo literario orwelliano del Hermano Grande; y a un presidente obrero, que a pesar de su breve estadía por esa condición, ahora califica como actuación de mafias sindicalistas, el reclamo justo de cualquiera de los colectivos de trabajadores venezolanos.

En conclusión, creo que en estos tiempos eso de izquierdas y derechas merece una sana y justa reflexión.





miércoles, 18 de septiembre de 2013

El «tenemos patria» o el afán de construir la realidad con palabras


Por Gladys Emilia Guevara

He visto rodar por las redes un seudo argumento en contra del uso sarcástico en que ha venido empleándose –incluso dentro de los colectivos sociales chavistas− la sentencia "Tenemos patria", que el recién fallecido Presidente Chávez pronunciara en un discurso cargado de emotividad en ocasión de despedirse del pueblo venezolano, horas antes de regresar a Cuba para cumplir su destino fatal y desaparecer físicamente del contexto histórico contemporáneo venezolano.

El escrito de marras dice así: «Antes de burlarte de la frase de "tenemos patria" de forma despectiva hacia tu propio país recuerda que tus hijos te están viendo y escuchando, y ellos aprenderán de ti a odiar a su propio país, enséñales a construir con tu ejemplo, no a destruir con tu lengua» (sic)

El escrito contiene inadecuaciones gramaticales y varias falacias, pero voy a señalar los tres seudo argumentos más destacados:

 1. Cuando te burlas de la frase: «Tenemos patria», agredes a tu país.  El sarcasmo implícito en quienes enuncian la frase ante cualquier adversidad de índole político, social, pero sobre todo, económico, se burlan −no del país o del concepto de nación o de patria, que al parecer es lo mismo para quien inventó la desafortunada reflexión− sino de quienes mantienen esperanzas en el proceso político adelantado por el gobierno chavista. (Llama poderosamente la atención oírla pronunciar a los mismos chavistas, en fiel reflejo de una característica muy venezolana: burlarse de sus propias desgracias). 

2. No te burles de tu país, porque tus hijos te están viendo. Se infiere que el término "patria" para el sesudo inventor del enunciado, es equivalente a país. Esta nueva falacia deriva de la suposición de que la anterior es cierta, y adiciona un aspecto educativo suponiendo la veracidad del enunciado. Ese aspecto tiene que ver el carácter reforzador del lenguaje. Y en ese sentido, es necesario entender que la formación ética de los seres humanos no depende esencialmente de elementos tan eventuales como las expresiones lingüísticas, sino de las acciones cotidianas que se ejecutan en su contexto social y que sin duda alguna se refuerzan, entre otros instrumentos, a través del lenguaje. Afirmar que el lenguaje por sí mismo perpetúa condiciones de desprecio nacional, exclusión o injusticia, es tan pretendidamente absurdo como el que creamos que la violencia la genera la televisión. El lenguaje, la familia, la escuela o la televisión… no son más que reforzadores de un sistema político, social y económico que nos impulsa a pensar y a actuar de determinada manera. No son la causa del problema sino su consecuencia.

3. Patria es equivalente a país.  Afirmar que el concepto de "patria" que tenía el Presidente Chávez, era equivalente al concepto de país, es incurrir en un desconocimiento total  de uno de los principios éticos con los que actuó este líder histórico del pueblo venezolano, y que tiene que ver con aquella hermosa canción que él cantaba para ilustrarnos a todos sobre el concepto de patria: la canción de Alí Primera: ¡La patria es el hombre! (que por cierto ahora tendría miles de detractores de acuerdo a la lógica con que algunas feministas enfrentan hoy en día el problema de discriminación y exclusión de la mujer).

Y, ciertamente,  en forma magistral nos lo dijo Fidel Castro un 3 de febrero de 1999 en el Aula Magna de la UCV, destrozando de plano el sentido restringidamente nacionalista que adquiere este término en las representaciones sociales de los pueblos y de la mayoría de sus líderes políticos:

"… sabemos muy bien que hoy ningún país solo puede, por sí mismo, resolver sus problemas, es la realidad de este mundo globalizado. Aquí se puede decir: Nos salvamos todos o nos hundimos todos.

Martí dijo: "Patria es humanidad", una de las más extraordinarias frases que pronunció. Nosotros tenemos que pensar así, ¡patria es humanidad!".

También el Presidente Chávez entendía así el concepto de patria. Concepto que muchos −más acertadamente− han tratado de transformar por Matria, el cual resulta más integrador y certero. No obstante, en aquel momento final, en donde se dirige al pueblo, este Líder extraordinario nos habla desde la subjetividad de las despedidas, desde el dolor de quien intenta decirnos que hizo todo lo posible por construir humanidad, por sembrar en todos nosotros ese sentimiento de fraternidad y avance en colectivo. No lo logró del todo, es cierto, pero ¡vaya que lo intentó, y en ello ofrendó hasta su propia vida!

Es cierto. No, no tenemos patria, ni mucho menos matria… Tenemos un país con una economía rentista que no escapa a los males del capitalismo globalizado, y que para colmo de males posee una dirigencia que ha demostrado una y otra vez su incapacidad y falta de voluntad para enrumbar a la nación hacia una economía verdaderamente socialista.

La primera vez que oí emplear la frase presidencial en forma sarcástica, no niego que sentí dolor. Una bofetada a nuestras esperanzas, sí, pero una bofetada oportuna, de esas que despiertan pueblos y le permiten avanzar. Yo podría contestar, ya respuesta del dolor inicial que me produjo ese sarcasmo −que de algún modo sólo ofende la sensibilidad de quienes soñamos con transformaciones sociales y aprendimos a amar a ese ser humano grandioso que fue el Presidente Chávez, que creyó sinceramente en el concepto de patria y luchó por hacerlo real− que tener Matria es y será siempre para todos una utopía, y que nuestras efímeras vidas nunca abarcarán lo suficiente como para aprehender el tiempo histórico de una humanidad en permanente transformación, una humanidad que encontrará en lo mejor de ella, que es su lucha permanente, nuevas formas de relaciones que permitan la existencia y cabal evolución del género humano en perfecta armonía con la naturaleza.


miércoles, 12 de junio de 2013

La ilusión de las palabras o cómo modelar sujetos "sujetados"


"No soy un Libertador. Los Libertadores no existen. Son los pueblos quienes se liberan a sí mismos"
Ernesto Che Guevara

Mucho se ha escrito, aunque paradójicamente poco se conozca y se promueva discusión, sobre los estragos  inmensurables que ejerce el discurso asumido desde el poder autoridad, desde el poder jerárquico que subrepticiamente pretende crear la realidad que nombra. Y aunque este fenómeno social forma parte de nuestra vida cotidiana, de nuestra vida familiar y relaciones interpersonales, de la cultura mediática impuesta por el desarrollo tecnológico; la escuela siempre ha revelado su pervertida afición a ignorar todo lo trascendente y a lanzarnos maquiavélicamente en el torrente "noticioso" de una realidad –mágica y fantasmal− que termina imponiéndose por sobre el proceso natural del pensamiento crítico del ser humano.

De allí que nuestra cognición, presa en las representaciones culturales de nuestros grupos familiares y comunitarios, sea reforzada y modelada por unos medios de comunicación social altamente tecnificados que nos imponen fórmulas básicas de pensamiento y llegan a impedir con la naturalización de ciertas palabras, frases esquemáticas, formas falsas de argumentación y determinadas perspectivas de pensamiento, el libre uso de la imaginación y la reflexión racional.

Lamentablemente y para nuestro pesar, el discurso político instaurado en la llamada V República adolece del mismo mal que señalábamos en nuestros contrarios: los líderes del proceso bolivariano de principios del siglo XXI –abanderados fundamentalmente por el discurso del fallecido Comandante Chávez, y entrampados también en los atajos electoreros y proselitistas que suele tomar el poder ejercido desde la autoridad− han venido promoviendo en la población venezolana la ilusión de autonomía, el espejismo de ser dueños de nuestros pensamientos y decisiones; al mismo tiempo que contradictoriamente nos alimentan la necesidad apremiante de contar con "expertos", "especialistas del discurso", "intelectuales de izquierda" o "verdaderos y probados revolucionarios" que nos "ayudan" a abordar la "realidad" de forma "correcta".

Y abordar la realidad de forma "correcta" termina convirtiéndose en la adopción de una terminología, en el uso de una fraseología característica a la cual nos adherimos pasivamente para sentirnos tranquilos, y que en caso contrario nos transforma en culpables, traidores a un líder o a un supuesto proceso revolucionario que siempre se encuentra asediado cual fortaleza, y en consecuencia, no admite el disenso ni la crítica, so peligro de poner en riesgo los logros alcanzados.

Según esa lógica del poder –que en nada difiere con la desarrollada por el pensamiento derechista− el pueblo necesita "formación" para adquirir una fulana "conciencia" conveniente a los intereses del grupo  que ejerce en este caso el dominio político y económico. Y por supuesto, este ciudadano ideal y "consciente" debe ir a las urnas  a votar por el candidato pretendidamente "antiimperialista", quien le garantizará "la mayor suma de felicidad posible" y que impedirá que "Los Otros" vuelvan al poder para ejercerlo desde su personal usufructo. No importa que la realidad inmediata nos diga también que en el 2012 nuestros funcionarios "rojo rojitos", atornillados en sus cargos por "la fuerza avasalladora de una segunda y definitiva independencia", convertidos de pronto en "víctimas" de "poderes oscuros" que atentan contra la "revolución", (empresas de maletín que no tienen nombre, y en consecuencia, tampoco sanción) nos conculcaran la módica suma de veinte mil millones de dólares destinados a actividades no asociadas a la producción. Pequeño error que por supuesto no se va a volver a repetir, comprometidos − ¡ahora sí!− con la pretendida búsqueda de emancipación económica que durante catorce años se nos dijo discursivamente que estaba en marcha.

Las fórmulas discursivas generadas por el chavismo duermen la imaginación y la reflexión, hablan por nosotros y nos desmovilizan. La culpa siempre debemos encontrarla en "El Otro".  Los "errores" del chavismo también vienen "preñados de buenas intenciones" como los de la derecha venezolana. Y ante cualquier circunstancia "sobrevenida" en la cual peligre  "el proceso" (es decir, las instituciones en las cuales debemos confiar automática y pasivamente)  siempre estamos "rodilla en tierra con el Comandante". Pero que del puro cansancio  y el desgaste ético, no sólo reclinamos una rodilla, sino que postramos las dos en tierra y ahora quedamos a merced de las dádivas institucionales. Sin poder alguno para ejercer la crítica, y con casi total desmovilización por parte de los colectivos sociales.

La figura histórica de aquel presidente-pueblo que construyó ciertamente un discurso coherente frente al saqueo económico imperialista al cual era sometido nuestro país y que nos conminaba a pasar por encima de las instituciones cuando estas dieran muestras de su disfunción, fue disolviéndose poco a poco, edulcorada por un corazón electorero, irrespetuosamente tricolor que nos interpelaba los sentimientos y no la razón.

Y ese Chávez que conocimos biznieto de Maisanta, hijo del pueblo en lucha, de pronto pasó de ser hijo a convertirse en Padre, con toda y las implicaciones jerárquicas que este rol constituye. Otro Padre Libertador. Y se transformó en el Líder Supremo, el Comandante Infinito, el Gigante Eterno… que clamaba y sigue clamando, no a nuestras conciencias, sino directamente a nuestros sentimientos: "Rodilla en tierra, unidad, unidad, unidad de los patriotas!", mientras muchos no acabamos de entender −en vista de tantos cabos sueltos en la administración pública, y sobre todo en el manejo de la política económica− qué entendía realmente el fallecido Presidente por "patriotas", y si esa denominación −en caso de tener una connotación positiva− tiene algo que ver con una pretendida lealtad popular automática con los funcionarios adscritos a  la gerencia local, estadal y nacional del gobierno chavista.

Debemos pues concluir que el discurso erigido como política comunicacional de los gobiernos que hemos conocido −tanto de derecha como el que fomentan los gobiernos que dicen representar el pensamiento izquierdista− parten de la misma matriz de subestimación del pueblo. Ambos dudan de nuestro sentido común y de nuestra habilidad y capacidad de ejercer el pensamiento racional y la imaginación. Ambos creen que ellos deben ir "guiando" nuestras perspectivas de pensamiento para que actuemos de acuerdo a lo que las fórmulas dicen, esquemas que por supuesto favorecen a élites dominantes.

Ninguna de estas dos formas aparentemente contrarias de gobierno, cree que debemos transformar el concepto que tenemos de escuela, y que debemos dejar de "adiestrar ciudadanos" para comenzar a  desarrollar verdaderos y auténticos seres humanos que imaginen nuevas y mejores formas de relacionarse y hagan posible la existencia de futuros hombres y mujeres que destierren de una vez y para siempre la explotación humana y la depredación del medio ambiente.

Ninguno de los dos bandos contendores ha podido renunciar a su poder de interpelación policíaca y religiosa, el cual se vale del uso de una cierta retórica ante la cual nadie nos pone alerta: ni en nuestros hogares, ni mucho menos en la escuela, conscientes estas mismas instituciones sociales del riesgo de perder su poder controlador y modelador sobre nosotros.

Por ello vemos incorporarse, por ejemplo, dentro del lenguaje cotidiano el término fascista, vaciado completamente de su sentido real y empleado sólo como "palabra choque", retórica que está intencionalmente dirigida a la activación del pensamiento binario y maniqueísta: revolucionarios contra fascistas, chavistas contra "escuálidos", patriotas contra testaferros o "cachorros del imperio", buenos contra malos…

¿Es suficiente con desenmascarar estos códigos al servicio del poder, detrás de los cuales vuelve a ocultarse, ladinamente e indistintamente de las tendencias ideológicas que dicen representar, la misma lógica de la dominación? ¿Cómo logramos instaurar nuevos códigos desde el poder colectivo y en función de nuestra propia transformación?

Nuestra opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total… es que no hay Padre Libertador, ni  institución, ni pensamiento institucionalizado que adelante esta empresa creativa. Sólo el pueblo organizado tiene y tendrá la capacidad de vencer su credulidad y recuperar su poder de diálogo y su propia y legítima palabra. Una palabra que preña, precursora de la otra comunicación y de la "otra política".