Por Gladys Emilia Guevara
Quisiera en primer lugar agradecer la cobertura que Aporrea le dio a la muerte de los trabajadores de la Mitsubischi. A pesar del clima pre electoral, algo tan dolorosamente indignante no puede ser silenciado, ni podemos considerar “estratégicamente inconveniente” expresar nuestras ideas sobre este aspecto.
En alguna parte leí una vez sobre la contradicción flagrante de algunos funcionarios de gobierno que proclaman a los cuatro vientos las banderas de la revolución y golpean fuertemente la organización de los trabajadores, fuerza fundamental sobre la que se adelanta cualquier proceso que se precie siquiera de catalogarse como de vanguardia. En el caso de los trabajadores de la educación, dentro de los cuales me cuento, los maltratos, manipulaciones y humillaciones durante este gobierno, son innumerables.
Todas estas vejaciones la hemos venido sufriendo y soportando, en la seguridad de que la consolidación de unas nuevas estructuras pudieran ir mermando paulatinamente estos “errores”, y convencidos de que desde los distintos lugares en donde existan fuerzas de cambio, éstas deben ir desplazando este conjunto de funcionarios deshonestos e incompetentes que hoy en día pueblan casi todas las oficinas públicas de nuestro país. Pero la realidad, lejos de ir dando muestras de leves indicadores de transformaciones positivas, insurge dramáticamente desoladora: no sólo estamos convencidos de la incapacidad y de la falta de voluntad de un grupo significativo de gobernadores, ministros, alcaldes, diputados y concejales chavistas - por nombrar las figuras políticas más comprometidas - sino que ahora debemos arrostrar la vergüenza de contar con compañeros trabajadores asesinados bajo la más absoluta impunidad durante este gobierno “revolucionario”.
Hace escasos días, compartiendo con un camarada todas estas inquietudes que generan las actuaciones de las personas que dicen estar “con el proceso”, él afirmaba que de estas contradicciones surgirían las crisis que resolverían las inequidades. Y aunque no dudo de esa premisa dialéctica, creo que los gerentes de nuestro país han tenido la mayor oportunidad del mundo, para dar muestras de coherencia discursiva siendo eficientes en la implementación de planes, proyectos y programas; pero son también - al igual que adecos y copeyanos - los que peor han sabido aprovechar esas circunstancias. De allí que sea imperdonable que teniendo las riendas del poder político, no se resuelvan dificultades mínimas que crecen como bolas de nieve y amenazan con dar al traste con todos los beneficios alcanzados en materia de servicios básicos, así como al apoyo que las mayorías dan a la figura misma del Presidente Chávez.
La dinámica oportunista, nepotista, y clientelista que aún padecemos, se afana en catapultar las esperanzas de un pueblo “manso” y “bueno”, como lo es el pueblo venezolano; pero la historia - como poéticamente cantó Alí - ha dado muestras inequívocas del espíritu de lucha de las mayorías cuando sienten que “hieren su susceptibilidad”, conculcándole sus derechos fundamentales. Es entonces cuando asume la rebeldía y se hace montaraz. Y son precisamente estas crisis las que hábilmente ha sabido aprovechar las oligarquías latinoamericanas para insurgir nuevamente, ahora con fuerzas redobladas, para sumirnos nuevamente en la enajenación y la miseria del sistema capitalista.
Levanto mi voz de protesta y mi grito de indignación ante el atropello que están siendo víctimas los trabajadores de Mitsubishi y me solidarizo con sus luchas. Al igual que todos los venezolanos que respetamos el concepto de “revolución”, exigimos castigo a TODOS los responsables por la muerte de estos trabajadores; y sobre todo, en honor a los caídos de hoy y de siempre, exigimos al Gobierno Nacional, rectificación. Presidente: dé muestras de credibilidad, comience por sanear su entorno de acólitos e incondicionales incompetentes. Castigue severamente a todo aquel que incumpla con las tareas que el pueblo y usted les asignan. Vuelva a ser, para todos los que le apoyamos, un ariete contra la corrupción y la incompetencia. De lo contrario, ya creo yo que estallarán las contradicciones, pero temo que nuestra poca conciencia política, dará paso nuevamente al opresor. Ese que aún habita en nosotros y que no hemos podido exorcizar porque sólo nos hemos llenado de eslóganes, colores y canciones…
Un abrazo hermano a los familiares de estos nuevos mártires. Sepan que no están solos.
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