La teoría marxista -como sistema de proposiciones lógicas que explica el desarrollo de la sociedad capitalista, y es capaz de predecir y ejercer control sobre los fenómenos que identifica- debe indiscutiblemente ofrecer los fundamentos para que una vez asimilados plenamente sus postulados, pueda suministrar los elementos suficientes y necesarios para que los colectivos sociales podamos ser capaces de contextualizarlos en el escenario geopolítico de la Venezuela actual.
Para ello es incuestionable la necesidad de aguzar la observación de los hechos que conforman nuestro pasado y nuestro presente histórico, y de reflexionar y discutir en colectivo todas las implicaciones que estas leyes científicas poseen en el devenir histórico de nuestro pueblo. De esta mirada y esta reflexión en colectivo -libre del mal emergente de una retórica postmodernista- pudieran emerger distintos sistemas de aplicaciones prácticas para la superación de muchas de las situaciones que enfrenta nuestra nación.
La lectura, por ejemplo, de un libro como Bolívar. Acción y utopía del hombre de las dificultades de Miguel Acosta Saignes debería ser lectura sugerida para cualquier discusión con sesgo en los procesos de lucha de clases que se han venido generando en tierras venezolanas, en la medida en que contribuye con la importante tarea de ofrecer una visión en perspectiva, lejana a la desfragmentación anecdótica que padecimos en las cátedras de historia de Venezuela ofrecidas a través de las instituciones escolares.
No se trata de revisitar la historia con afanes románticos ni patrioteros; la tarea es explicarnos cómo tuvo lugar la lucha de clases que libró la sociedad colonial de finales del siglo dieciocho y principios del diecinueve, y de evaluar qué otras formas de opresión se erigieron a partir de entonces. De allí la importancia de este tipo de investigaciones, las cuales bajo perspectivas marxistas se desprenden de lo puramente histórico y encuentran apoyo en la antropología y la teoría económica.
Acercarse hoy al marxismo en aras de su reactualización, es un deber de todas aquellas personas que conspiran auténticamente por la sobrevivencia de la humanidad, en momentos en que ésta pareciera estar condenada al exterminio como consecuencia de la práctica de un sistema fundamentado en la opresión y la injusticia social.
Y en este punto tiene especial cabida la afirmación de Popper (1996) en el sentido de que el conocimiento consiste en la búsqueda de la verdad y no de la certeza. Buscar la verdad bajo la premisa de que todo conocimiento humano es falible, susceptible a error, configura una perspectiva intersubjetiva de la realidad, y por ende, un concepto de permanente estudio, de trabajo en equipo y de búsqueda sostenida de teorías explicativas que no sólo den razón de la forma en que se establecen y funcionan ciertas relaciones, sino que también contribuyan predictivamente en la superación de situaciones problemáticas.
Para realizar esta ingente tarea de reconstrucción de un conocimiento indiscutiblemente científico, es necesario sin embargo redefinir los términos en los que hemos venido comprendiendo la ciencia, los desarrollos teóricos y las perspectivas de investigación desde las cuales se han venido formulando. Ello nos lleva, en consecuencia, a evaluar el nivel de eficiencia con que algunas aportaciones han pretendido dar respuesta a los fenómenos sociales del mundo, y más específicamente, al sinnúmero de escenarios que han emergido de la realidad de Nuestra América.
En este sentido, y como producto de mis prácticas como educadora durante las últimas tres décadas, en los subsistemas de educación básica, media general y universitaria, he encontrado siempre la presencia de una limitante. He podido constatar no sólo el eficiente y enajenante papel que cumplen las instituciones en la formación del ciudadano promedio venezolano, sino también el deliberado propósito de la educación informal o de la mal llamada “sociedad educadora” por consolidar disfunciones cognitivas en los individuos para evitar que ejerzan la más sagrada e importante función que todo ser humano debe realizar: la función de pensar.
Víctimas del cada vez más exitoso progreso tecnológico en materia de medios de comunicación, la humanidad aún no ha encontrado suficientes herramientas para combatir el permanente bombardeo mediático, en aras de la “formación de esquemas mentales idóneos” para el progreso de la cultura capitalista.
De allí que el ciudadano promedio asuma actitudes superfluas, hipnotizado en mayor o menor grado por el placer y el confort de esa sociedad todopoderosa y de consumo, que lo inhabilita en la mayoría de los casos para pensar con un mínimo de sentido común, o le inhibe en la práctica de actitudes solidarias o cooperativistas, haciéndolo instrumento de reproducción de estos males en futuras generaciones.
Resulta certera la afirmación de Gunn (2006) al expresar que el marxismo ha sido víctima del fenómeno de la transposición didáctica, a través del cual el objeto del saber se transforma para convertirse en objeto a enseñar. Este hecho, por supuesto, no es casual ni inocente. Subrepticiamente se nos ha vendido como una información escolar y escolarizante proveniente de las ciencias sociales, y no como un conocimiento crítico sobre la teoría social y la filosofía tradicionalista, con abiertas repercusiones prácticas. Por ello su desarrollo se ha circunscrito al plano de la retórica, y en no menos ocasiones, las aportaciones teóricas de muchos autores que se consideran marxistas, asumen un discurso declarativo que invita a la desesperanza, la inacción y la pasividad.
De estos últimos trabajos destacan también los de caracteres revisionistas. Y en ellos sitúo, en nuestro país, aquellos que se ubicaron mediáticamente bajo el nombre de “socialismo del siglo XXI”, nacidos bajo la sombra de un grupo de “intelectuales” de “nueva era”, los cuales venían acompañados de un lenguaje vago, ambiguo y vacío… Estos escritos pretendieron arrebatarle a los postulados marxistas su carácter problematizador como teoría de lucha de clases, y en consecuencia, sirvieron como un instrumento más para la dominación ideológica de la cual unos somos más o menos sobrevivientes que otros.
No obstante lo antes expresado, Venezuela proporciona actualmente unas excelentes condiciones para que sus ciudadanos puedan identificar las características de las distintas luchas de clases que se libran en su seno, y traten en consecuencia, de imaginar y construir nuevas formas de organización que no reproduzcan los males del capitalismo.
Esto ha sido posible, sin lugar a dudas, gracias a la llegada al poder de un líder aliado con las luchas populares, cuyas acciones si bien aún se mueve bajo esquemas capitalistas, han venido desarrollando políticas de avanzada que permiten un mayor número de oportunidades de acceso de los colectivos dentro del proceso de formación de una consciencia política necesaria para la observación y explicación integral de su realidad histórica.
Por ello y en este mismo orden de ideas es necesario destacar el hecho de que el marxismo, como teoría científica, constituya el mayor aporte que la humanidad ha hecho en pro de su posible redención. Leer a Marx, describir su teoría tal y como fue concebida en el espacio-tiempo que le correspondió vivir, interpretar sus postulados como parte de las condiciones objetivas en las que transita el capitalismo; pero sobre todo, identificar –en colectivo- las características de las actuales y diversas formas de lucha de clases, es una empresa digna de la mayor consideración, y para la cual debemos convocar a cada vez mayor número de venezolanos, sin etiquetas elitescas ni requisitos institucionales.
Por ello y porque nuestra sociedad no ha sido formada para el ejercicio del análisis marxista, considero contraproducente colocar trabas para que un grueso número de ciudadanos podamos acceder a talleres de discusión en torno a lo que se considera teoría marxista, y en consecuencia, en la construcción de diversas aplicaciones de este importante conocimiento en una sociedad sujeta a cambios y decidida mayoritariamente a apoyar políticas colectivistas que contribuyan a devolverle su verdadero rostro, y su justa capacidad de reflexión al ciudadano promedio venezolano.
Referencias
Popper, K. (1996). El conocimiento y la configuración de la realidad. En: En busca de un mundo mejor. Barcelona. Paidós. Pp 17-49.
Gunn, R. (2006). En contra del materialismo histórico: el marxismo como un discurso de primer orden. En: Marxismo abierto. Una visión europea y latinoamericana. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A. Pp. 105-158
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