Lerner, D. (1997) Lectura y Escritura: perspectiva curricular, aportes de investigación y quehacer en el aula. En Serrón, S.(Comp.) De la cartilla a la construcción del significado. Situación de la Alfabetización en Venezuela. (pp. 233 –266). Caracas: Red Latinoamericana de Alfabetización – Venezuela.
El texto de la investigadora corresponde a la reformulación elaborada por la misma autora de una conferencia dictada en Bogotá en el año de 1996, en la cual reflexiona sobre las relaciones entre el diseño curricular, los aportes de las investigaciones disciplinarias y el quehacer en el aula, factores que desde su particular perspectiva, configuran la clave que podría “desestancar” el estado actual en que se encuentra la enseñanza de la lectura y la escritura.
En un ameno discurso y valiéndose de la analogía, Lerner introduce su discertación explicando la importancia de comprender los mecanismos de los cuales se vale el lenguaje para expresar ciertos significados y producir en el receptor un efecto particular. A partir de allí se plantea una primera interrogante: ¿qué lugar debería ocupar las prácticas de leer y escribir, en la escuela y el diseño curricular?
En un breve enfoque en relación con las prácticas de enseñanza de la lectura y la escritura en la escuela, la investigadora señala su dimensión descriptiva y normativa, y la necesidad de que un nuevo diseño rescate estas actividades del actual anquilosamiento en que se encuentran imbuidas. Para ello plantea la gran incógnita de qué enseñar, enlazando la respuesta de esta pregunta a los contenidos alegóricos de su introducción: deben enseñarse, precisamente, las prácticas sociales de la lectura y la escritura. Y en este sentido, Lerner se distancia de las posturas que conciben la educación como una “aplicación” de la lingüística y postula la conceptualización de las prácticas escolares a partir de los diversos avances disciplinarios que han venido ampliando el complejo espectro del fenómeno comunicacional, pero en función del desarrollo de competencias comunicativas en las cuales el aprendiz adecúe su producción al contexto, y el intérprete de una producción escrita, active su capacidad para advertir los propósitos declarados y no declarados de determinado autor.
En la búsqueda de una formulación curricular que se resista a convertirse en un formulario prescriptivo, la autora postula como áreas constitutivas del objeto de enseñanza: el quehacer del lector, el quehacer del escritor y las características de los textos. Rechaza, en este mismo orden de ideas, que estos contenidos sean explicados a los niños, y en su lugar instituye como contenidos de enseñanza, una serie de operaciones y estrategias de realización.
Bajo este mismo enfoque, la autora rechaza la idea de formular objetivos generales, ya que estima que con estas prácticas el docente mediador tiende a formular la evaluación de sus discípulos, ignorando que en su institución aún no se han consolidado las condiciones didácticas generales para que los aprendices puedan actuar como lectores y escritores. En su lugar, Lerner advierte la conveniencia de fijar propósitos en los cuales se describa modalidades de trabajo a través de las cuales la lectura y la escritura se perfilen como prácticas sociales, es decir, como actividades con una correspondencia referencial en el escenario socio histórico que le corresponda vivir a los estudiantes.
De igual manera, la investigadora describe una serie de situaciones didácticas en las cuales los procesos de leer y escribir pueden ser concebidos como prácticas sociales y funcionar como actividades prototípicas en la mediación docente, en virtud de que, si bien no puede hablarse de un curriculum prescriptivo, deben mostrarse modalidades de trabajo en las cuales los niños se liberen de las limitaciones cognitivas erigidas por las mismas prácticas académicas y puedan abordar la naturaleza de su lengua, desde una perspectiva más significativa.
En las actividades de lectura, la autora hace mención de dos situaciones: un maestro del primer ciclo lee un cuento a los niños y los niños de primer grado leen por sí solos una historieta. De ambas situaciones, deriva los contenidos trabajados en las áreas del Quehacer del lector y las Características de los textos y los portadores.
En cuanto a las actividades de producción escrita, Lerner plantea como estrategia didáctica, la composición oral de un texto dictado al maestro y la escritura independiente de los niños. También de estas actividades la autora extrae contenidos en las áreas del Quehacer del escritor y las Características de los Textos y de los portadores.
Delia Lerner presenta, a través de su propuesta, una significativa integración entre el concepto de diseño curricular, investigación didáctica y actividades del aula, en los cuales el “quehacer del lector”, el “quehacer del escritor” y los textos, configuran los contenidos en acción que proyectan los avances investigativos sobre el área, y poseen inmediata correlación con las prácticas sociales en el espacio escolar y comunitario. Su propuesta promueve, de esta forma, el vínculo necesario que articula la teoría con la praxis, en la certeza de que sólo a través del empleo de los resultados de la investigación educativa, podría articularse un diseño curricular real y de posible aplicabilidad desde las aulas escolares.
Lerner no sólo hace gala del gran conocimiento que posee sobre las prácticas escolares, sino que intenta “conjurar” los fenómenos de transposición y contrato didáctico, formulando un diseño curricular que no sólo determine qué se enseña, a partir de los estudios más recientes sobre lenguaje, sino también cómo se enseña, en la medida en que la investigación educativa proporcione las orientaciones necesarias para el funcionamiento de los proyectos diseñados.
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