Los sucesos de abril del 2002 constituyen para el pueblo venezolano - y en particular para los caraqueños - acciones de profundo significado, no sólo por las consecuencias inmediatas que tuvieron, sino por el sentido emblemático inmerso en las luchas populares de todos los pueblos y de todos los tiempos.
El hombre sencillo, el ciudadano promedio venezolano, heredero de una historia de invasiones, coloniaje y neocoloniaje, aún conserva las voces de los abuelos hablándole de dictaduras o de gobiernos injustos disfrazados de democracia. Y a pesar de la nueva cultura impuesta por los medios de información y las nuevas tecnologías, la memoria colectiva aún transita sus venas y le permite comprender, desconcertarse, indignarse y rebelarse, cuando es necesario.
Por eso, cuando alguien nacido desde la humildad del pueblo, desde las raíces combativas de hombres y mujeres que soñaron y apostaron por la construcción de mejores sociedades, se decide a nombrar a abril, se decide a relatárnoslo con apoyo en fuentes documentales, siguiendo las huellas y los rastros que sus protagonistas dejaron consciente o inconscientemente en aquellos escenarios tumultuosos en donde cada día era una certera emboscada para el día siguiente; no tenemos más que saludar al valiente emprendedor de la hazaña…
Sí. Ernesto Villegas Poljak nos regaló un libro para que juntos pudiésemos volver a reescribir la historia. La experiencia es única y conmovedora. Todos, de una u otra forma vivimos abril del 2002 con una intensidad sólo comparable con el nacimiento o con la muerte. Abril fue un hito indeleble en la historia del pueblo venezolano en este nuevo siglo.
A través de un documento inédito, la entrevista hecha por la Fiscalía Cuarta del Ministerio Público de Defensa Ambiental, al ciudadano Rafael Arreaza, primo de Pedro Carmona Estanga y potencial Ministro de Salud del efímero gobierno de facto, Ernesto reconstruye las motivaciones fundamentales que hicieron posible los dolorosos hechos ocurridos en tan emblemática fecha. Dibuja con su pluma reporteril algunos escenarios aún oscuros de esos días, alumbra con su verbo objetivo y respetuoso ciertos recodos lóbregos que aún despiertan desconcierto e incertidumbre entre los venezolanos Pero sobre todo, el discurso oportuno de Ernesto atisba el fuego inextinguible de la memoria popular.
Leer Abril, golpe adentro es para el venezolano de estos tiempos, un ejercicio fácil – aunque doloroso – de memoria. Visto desde cualquier ángulo, para todos aquellos que lo vivimos, abril del 2002 guarda un indeleble olor a sangre y sabor a lágrimas. Pero para las nuevas generaciones, este libro se constituye en un ineludible documento histórico.
Su estructura fresca y desenfadada se organiza en once capítulos, un epílogo y algunos anexos, a través de los cuales nuevas generaciones de venezolanos y venezolanas podrán sacar sus propias conclusiones en torno a aquellos sucesos.
Nosotros, lectores de este tiempo y protagonistas excepcionales de estos cambios, particularmente, nos secamos las lágrimas para rendir tributo a la actitud combativa de un pueblo, que junto a un grupo de militares honestos, restituyeron en un breve lapso de tiempo, los poderes constitucionales mancillados por una oligarquía mediática y mezquina. Gracias a ese colectivo de héroes anónimos que inundó las calles de Caracas, podemos seguir escribiendo nuestra propia historia, esa que el buen periodista que es Ernesto, atrapa hoy en las páginas de su libro para decirnos que avanzamos, a pesar de los escollos y tropiezos del camino, porque tenemos en nuestra sangre el impulso rebelde y justo de nuestros dignos ancestros indígenas y de nuestros justos y sabios libertadores.
Gracias, Ernesto, por tu bautizo con sabor a pueblo en las puertas de la Sala José Félix Rivas, promovido por ti para quienes no tuvimos el placer de poder presenciar el evento en los cómodos asientos del Teatro Teresa Carreño. Un bautizo digno de un periodista nacido del vientre del pueblo.