al vagar por sus moradas?
¿Lo has topado en un pasillo?
¿Se ha montado en tu almohada?
Quiero que sepas, Martina,
un grillito no es cosa mala,
aunque a veces cantarina
suena su voz en la sala;
y ya no te deja dormir
grillando hasta la mañana.
Un grillo cree que hay un sol
desparramado en tu casa;
busca la luz del farol,
y el calor de alguna brasa.
Y si no se quiere ir,
¡Es porque busca una hermana!
Alguna vez siendo niña,
los miraba, saltarines;
habitaban la campiña,
y prendían sus clarines,
susurrando que vivir,
era lindo en los jardines.
Para poetas, los grillos
Con canciones ya trilladas
estridando un estribillo
de una historia ya contada.
Sus patas, las hojas secas,
en el aire abanicadas,
son las páginas del cuento
que habla de un monstruo y un hada.
No dejes, mi Martinita,
que lo alejen de tu lado:
es un viaje dulce y lento
con luz desde tu costado;
es un soplo de alegría,
en un verde pensamiento;
la abuela sabiduría,
de un viejo cuentacuentos…
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