Shanahan, T. (1998) Relaciones entre lectura y escritura, unidades temáticas, aprendizaje mediante investigación... En busca de la instrucción eficaz para una alfabetización integrada. Lectura y Vida. 19(1), 17-25.
La historia personal que da razón de cómo un concepto va adquiriendo sentido, direccionalidad y trascendencia en la perspectiva epistemológica de la práctica de un educador, es el marco a partir del cual Timothy Shanahan ofrece su perspectiva en relación con los procesos de lectura y escritura, y las distintas implicaciones metodológicas que intentan alcanzar una alfabetización integrada.
Partiendo así de su experiencia como educador en formación y como maestro en una institución que atendía a niños con problemas sociales, el investigador relata cómo las limitaciones académicas de sus aprendices, le llevaron a indagar sobre las causas de tales fenómenos. En este sentido, refiere con particular interés, el hecho de que algunos conocimientos teóricos en su preparación docente, lo llevaron a integrar en sus prácticas de aula, la enseñanza de la lectura y la escritura, en momentos en que los programas sólo se circunscribían a simples cursos de lectura básica. No obstante reconoce que aún para entonces, no poseía suficiente claridad en relación con otras formas de integración curricular. Y fue así como para su tesis de doctorado, se interesó por estudiar las relaciones entre lectura y escritura con la finalidad de mejorar sus prácticas de aula.
A partir de los estudios emprendidos en su doble carácter de educador e investigador, Shanahan constata que si bien existía un estrecho vínculo entre estos dos procesos, emergían también claras demarcaciones que develaban la existencia de perspectivas cognitivas distintas desde las cuales abordar el conocimiento del mundo. La lectura y la escritura se constituían así en procesos complementarios que impulsaban la posibilidad de comprensión, pero que exigían – del mismo modo – un aprendizaje diferenciado.
Otro aspecto significativo de los estudios de Shanahan da razón del carácter cambiante del vínculo lectura y escritura a lo largo del desarrollo del aprendizaje de un individuo, en virtud del impacto paulatino que opera a partir del proceso de internalización que va haciendo el aprendiz de ambas acttividades. Esta realidad, indudablemente, posee un significativo impacto en las actividades que se diseñan para el aula, en la medida en que obliga a considerar una línea evolutiva en la adquisición y desarrollo de procesos atencionales en estas áreas.
Por otra parte, las investigaciones del autor reportan la necesidad de que la integración no sea asumida como forma alternativa de enseñar las mismas cosas, sino que abarque el uso conbinado de ambas en función de derivar el empleo diferenciado de cada una de ellas; y lo que resulta aún más trascendente, el empleo didáctico de la integración de la lectura y la escritura para superar las secuelas cognosciticas de un aprendizaje por asignaturas.
Es así como la integración curricular remite al autor hacia el tema de las unidades temáticas, el cual es enfocado como el intento más ambicioso por reunir el aprendizaje de diversas áreas en un solo programa de estudios. Al respecto, Shanahan advierte que este tipo de metodología debe ser examinada con precaución, ya que el concepto de integración no irrumpe como una realidad automática y en su implementación inciden una serie de factores asociados, en gran medida, a la percepción que muchos mediadores poseen de esta estrategia.
En estos enfoques, el autor distingue, por lo menos, cuatro tendencias: Aquellos que ven en la integración una fórmula para obtener mayores aprendizajes en las distintas disciplinas de estudios, los que defienden la integración como mecanismo para obtener una comprensión más profunda de lo estudiado, los que defienden la estrategia a partir de un mayor grado de aplicabilidad del conocimiento en la realidad de los aprendices, y finalmente, los que la asumen la integración argumentando una mayor motivación para el estudiante, lo que le permite un aprendizaje significativo y placentero.
En este sentido, el autor alerta sobre los pocos estudios existentes en relación con los efectos de la enseñanza integrada, y en los existentes evidencia resultados que avalan una mejora en la motivación de los aprendices y otros que reseñan resultados contradictorios sobre mejores niveles de logro y disminución del nivel de aprendizaje. Sin embargo advierte que no existen investigaciones que demuestren una comprensión más profunda o una mayor aplicabilidad del aprendizaje recibido.
Finalmente, el autor plantea que la integración curricular puede ser beneficiosa en la medida en que atiendan aspectos específicos durante la planificación y ejecución de las experiencias educativas.
En un primer momento comienza plantéandose qué se desea lograr con la integración, ya que si no se tiene claro los resultados deseados, resulta imposible efectuar una planificación, aplicación o evaluación eficiente. Plantea, en este sentido, que debe incorporarse un mayor nivel de rigurosidad intelectual al programa para evitar así la vanalización de contenidos, y por consiguiente, la disminución del aprendizaje de los estudiantes. Al respecto señala la importancia de que el aprendizaje se enfoque a través de temas y no tópicos, ya que estos últimos parecieran estar diseñados sólo para divertir y entretener, más que para enseñar con fruición e interés.
Una segunda pauta sugerida por el autor es que la integración exige una atención separada de las distintas disciplinas. Para ello coloca como ejemplo, su propia investigación en el área de lectura y escritura, y afirma que así como los procesos de leer y escribir exigen tratamientos diferenciados para su aprendizaje, cada disciplina posee un conjunto de requerimientos para su mejor comprensión. Afirma incluso que exietn estudios que demuestran que la integración puede conducir a reducciones en el aprendizaje de las competencias lingüísticas.
Una tercera orientación se inicia con una afirmación contundente: “Las fronteras curriculares son socioculturales, no sólo cognitivas”. Con la certeza de que las distintas disciplinas revelan el carácter epistemológico con que los seres humanos abordan el conocimiento, Shanahan sugiere que la integración sólo es posible en la medida en que el mediador la asuma como un acto social que le permite un desplazamiento entre culturas. Un estudiante - afirma el autor - debe saber cómo comprender el lenguaje de las distintas disciplinas, ya que cada una de ellas tienen sus propios parámetros; y debe ser capaz - además - de trasladar información de una modalidad cultural de comunicación a otra.
Para concluir las pautas de la integración, el investigador alerta sobre la pertinencia de los aprendizajes. En este sentido afirma que no deben desecharse las actividades tradicionales vinculadas con minilecciones o practicas guiadas, ya que el aprendizaje no puede constituirse simplemente en el hacer.
El artículo de Shanahan se convierte así en una voz crítica que permite evaluar el impacto que en Nuestra América ha tenido el fenómeno de la integración, no sólo en el ámbito de la lectura y la escritura, sino también en la implementación de la pedagogía de proyectos. El autor, hábilmente, nos revela cómo sus hallazgos investigativos en estas áreas, le reportan convicciones intuitivas en relación con la integración curricular, y le permiten considerar las debilidades que pudieran surgir en la implementación de este tipo de aprendizaje.
La lectura de versiones testimoniales en las cuales un educador refiere sus propios procesos de comprensión de los fenómenos en estudio, constituye una interesante oportunidad para reconstruir el llamado estado del arte, el cual permite responder a las preguntas en torno al punto de partida, los desarrollos y la circunstancia actual. En este sentido, Shanahan formula muy acertadamente el génesis, desarrollo, estado actual y proyección de la lengua escrita y su relación con el concepto de integración y de curriculo integrado.
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